Donald Trump ha protagonizado este fin de semana un agrio y acalorado intercambio verbal con los demás líderes del G7 durante la cena del domingo, con Rusia en el centro de la discusión. Según fuentes diplomáticas, Trump evocó de forma insistente la necesidad de volver a invitar al presidente ruso Vladímir Putin a las cumbres de los países más industrializados, cinco años después de ser excluido de ellas debido a la anexión de Crimea.

Únicamente el representante italiano, Giuseppe Conté, ofreció algún tipo de apoyo al dirigente norteamericano, mientras que el japonés Shinzo Abe permaneció neutral cuando se abordó el tema. Todos los demás dirigentes, sin excepción alguna -Boris Johnson, del Reino Unido, Angela Merkel, de Alemania, Justin Trudeau, de Canadá, Emmanuel Macron, de Francia, y Donald Tusk, de la UE- se opusieron con firmeza a tal pretensión.

Durante el debate, Trump rechazó el argumento de que el G7 debería continuar siendo un club de democracias liberale. «En ese momento, (la discusión) se puso un poco tensa, por decirlo de alguna manera», aseguró un diplomático europeo.

Putin, a su vez, declaró que Moscú considera útil cualquier contacto con el grupo y no descarta su retorno al formato del G-8. Aunque la mayoría de los líderes de los países de la cumbre del G7 se negaron a que Rusia retorne al selecto club, sí pidieron una mayor coordinación con el país euroasiático.