"Neoterrorista". Cuando el diputado de la Liga Alessandro Pagano ha pronunciado este miércoles la palabra, que sale de su boca tapada por una mascarilla, provocado un pandemonio en el Congreso de Roma que ha durado varios minutos con gritos, protestas y golpes de puño contra los escaños. Pagano se refería a Silvia Romano, 25 años recién cumplidos, secuestrada 18 meses atrás en Kenia por Al Shabaab, un grupo de extremistas islámicos de Somalia, y liberada el pasado sábado a cambio de un rescate de entre uno y cuatro millones de dólares, según han escrito los cronistas italianos mejor informados.

La misma Liga ha marcado distancias con Pagano, aunque cientos de italianos llevan cuatro días inundando las redes sociales con mensajes amenazantes, incluso de muerte,contra la joven. Los ánimos de algunos se exacerbaron todavía más cuando Ali Dehere, portavoz del grupo Al Shabaab, dijo textualmente en una entrevista realizada por 'La Repubblica': "Una parte del dinero del rescate (de Silvia) pagado por Italia servirá en parte para comprar armas, que necesitamos cada vez más para combatir la yihad". La segunda parte de la frase añadía que "la otra parte del rescate" servirá para dar de comer, sanidad y escuelas en las zonas rurales del país.

Al Shabaab controla aproximadamente el 80% del territorio de Somalia, practicamente la mayor parte del país con excepción de la capital, Mogadiscio, defendida por una misión militar de la ONU y países occidentales, incluido EEUU.

Impacto mediático

La joven fue liberada el pasado fin de semana y su llegada a Roma, a bordo de un avión del contraespionaje italiano, tuvo un impacto mediático sin precedentes. Se le conocía por las fotos de una chica sonriente y generosa -en Kenia trabajaba con una oenegé que se ocupa de niños-, vestida como cualquier joven de su edad. Ha vuelto a Roma vistiendo la jilbab, el hábito tradicional de las mujeres somalís, y diciendo que ahora se llama Aisha, como la tercera esposa de Mahoma, 'la preferida'.

"He sido fuerte, he resistido, me llamo Aisha y me he convertido al islam", dijo nada más aterrizar en el aeropuerto romano de Ciampino, al que acudieron el jefe del gobierno y el ministro de Exteriores. Los ánimos de algunos se desencadenaron llamándola "traidora", "vendida", "que te violen", e instándole a volver con sus secuestradores. "Si estabas tan bien como para convertirte, ¿por qué has regresado?", decía un 'post'.

"Usad la cabeza"

Mientras las fiscalías de Roma y Milán han abierto sumarios por el secuestro y las amenazas posteriores recibidas -la joven ha sido interrogada durante casi seis hora-- , la madre de Silvia-Aisha intenta esquivar lo más posible a la prensa. "¿Cómo queréis que se encuentre? Intentad enviar a un pariente vuestro allá y quiero ver si no vuelve convertido. Usad la cabeza", responde. Su tío Alberto sostiene que "para algunos Silvia es un símbolo de la conversión al islam y ahora hay quien quiere matarla. "Es pesado para nosotros. Silvia tiene que ser el símbolo de la libre decisión de cada uno, no del odio", añade. "Perdona al humano, bien regresada Silvia", rezaba una pancarta de acogida en su pueblo de la provincia de Milán: estaba escrito con los caracteres símil góticos usados por la ultraderecha.

Mientras, algunos comentaristas consideran su conversión como única vía para mantenerse en vida, otros invitan a "dejarla en paz". Dieciocho meses de secuestro en Kenia y después de haber viajado a pie un mes seguido hasta Somalia, cambiando cuatro veces de lugar, durmiendo en el suelo y teniendo como única compañía un ordenador sin internet con el Corán en árabe e italiano, la joven, como ha dicho ella misma, tal vez necesite "un tiempo para procesar todo esto".