La precampaña electoral ha empezado para los laboristas británicos con un escándalo en el que algunos ven también la oportunidad de un arreglo interno de cuentas. A pocas semanas de la cita con las urnas, el partido ha suspendido a tres exministros acusados de haberse ofrecido a influir en la política del Gobierno a cambio de dinero.

El exsecretario de Estado de Transportes Stephen Byers, el extitular de Defensa Geoff Hoon y la exresponsable de Sanidad Patricia Hewitt están siendo investigados después de que un periodista, haciéndose pasar por representante de una compañía ficticia, les filmara secretamente hablando del posible trato comercial. En el programa Dispaches, de la cadena Channel 4, Byers declara estar "a la venta" al precio de 5.500 euros diarios.

El Partido Laborista ha suspendido de militancia a los sospechosos y ha anunciado el inicio de sus propias indagaciones, mientras desde el Gobierno les acusan de estupidez supina. Sin embargo, el caso ha despertado sospechas. Curiosamente, los tres acusados son afines a Tony Blair y han tratado en el pasado de terminar con el mandato de Gordon Brown. Algunos comentaristas políticos sugieren que los seguidores de Brown están tratando de hacer limpieza interna. A su vez, el conservador David Cameron ha pedido una investigación gubernamental, que Brown rechaza.