La voladura hace un año de la cúpula dorada de la mezquita de Samarra, uno de los santuarios más venerados por los chiís iraquís, marcó el inicio de la sangrienta guerra entre extremistas chiís y sunís. Los enfrentamientos se han cobrado decenas de miles de vidas, la mayoría civiles.

El ajuste de cuentas y el conflicto armado surgido tras la invasión anglo-estadounidense ha provocado un aluvión de refugiados en el extranjero y desplazados en el país. Las organizaciones humanitarias hablan de más de tres millones de personas, alrededor del 11% de los habitantes del país. Es el movimiento poblacional más numeroso en Oriente Próximo desde la fundación del Estado de Israel en 1948. Según la Agencia Internacional de Migraciones, la cifra puede aumentar este año hasta en un millón más.

De entre ellos, cerca de 150.000 refugiados han buscado cobijo en Egipto. De clase media la mayoría, al menos se han podido pagar un pasaje hasta el Cairo y tienen ahorros para ir tirando, aunque no por mucho tiempo. Basam, de confesión suní, llegó aquí hace seis meses junto a su mujer, Zeinab. Poco después nació su hijo, Ahmed. "En Irak cuando sales de casa aunque sea solo para comprar algo en la esquina abrazas fuerte a los tuyos porque no sabes si volverás", dice.

Asilo político

Basam nació hace 26 años en Madrid, donde su padre trabajaba como profesor en el colegio iraquí que había en la capital española. Su partida de nacimiento forma parte de la solicitud de asilo político que presentará en la Embajada de España en El Cairo. Ahora, en Egipto, se siente a salvo, pero teme por sus padres y hermanos, aún en Bagdad. Basam conoció en El Cairo a Ibrahim, un pintor chií que huyó de Irak tras ser amenazado de muerte. El artista, de 46 años, es natural de Baquba, una de las ciudades sunís más castigadas. Allí siguen su mujer y sus dos hijos. A la menor, una niña de tres meses, no la conoce. "Ahora pinto en blanco y negro porque es como mejor represento la tragedia que vive mi país", explica.

Historia escalofriante

Mientras esparce sus dibujos por el suelo, explica una historia que refleja el infierno iraquí. Unos hombres secuestraron a un niño de apenas un año y pidieron a su padre 10.000 dólares (7.600 euros) a cambio del pequeño. "El hombre no pudo pagar y le devolvieron al niño muerto. Lo habían metido en una olla de aceite hirviendo". También recuerda el asesinato de 21 adolescentes mientras jugaban a fútbol no lejos de su casa de Baquba.

"En Irak ya no queda espacio para el amor. Antes chiís, sunís, kurdos y cristianos vivíamos en paz. Pero eso se acabó", se lamenta.