La madrugada del pasado martes, Jalil al Ziban, periodista y fiel de Yasir Arafat, fue tiroteado a la puerta de su oficina en Gaza. Nadie se atribuyó el asesinato de un periodista que denunció las bandas armadas en la franja de Gaza. Gaza, y también Cisjordania, se sumen en el caos, en el que encapuchados roban, secuestran, asesinan y ajustan cuentas ante la mirada de una impotente Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Sólo en la franja de Gaza actúan tres grupos armados: el Escuadrón de la Muerte, al que se relaciona con Mohamed Dahlan, aspirante a suceder a Arafat; el Escuadrón del Infierno, dirigido por Ghazi al Yabali, jefe de la policía en Gaza, y un tercero vinculado a Musa Arafat, hermano del rais y jefe del espionaje militar. Estos escuadrones son los responsables de las palizas, robos y asesinatos cuyo momento álgido fue apalear a Yabali después de que insinuara en público que Dahlan es un corrupto.

Muerte en Naplusa

Si en Gaza se llaman escuadrones de la muerte, en Naplusa son Los Justos del Pueblo, y, armados hasta los dientes, han emprendido una cruzada contra los corruptos y los enemigos internos de los palestinos. Entre sus víctimas, el hermano del alcalde de la ciudad, Ghasan Shaka, que murió en un atentado planeado contra el primer edil, que acaba de dimitir ante la imposibilidad de controlar la ciudad. En el resto de Cisjordania la violencia mafiosa también campa a sus anchas.

El dedo acusador se dirige hacia Al Fatah, el partido de Arafat, y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, su incontrolable brazo armado. Destruida por Israel la estructura de la policía palestina y desmantelada la ANP, los clanes tribales se han convertido en el referente de la sociedad palestina. Si a este cóctel se le añade la frustración, el odio a los colaboracionistas, las armas, la corrupción y la lucha dentro de Al Fatah entre la vieja y la nueva guardia, el resultado es una situación explosiva.

Los palestinos culpan a Israel de la situación, pero la ANP, las corruptas fuerzas de seguridad y el propio Arafat tienen su parte de culpa. Su estilo se basa en promover rivalidades y en ganarse fidelidades con métodos dudosos. Arafat es el líder más respetado, pero encerrado en la Mukata su influencia se ha reducido. Y desde la barrera, Hamas observa y recoge adeptos.

Y mientras, sigue la violencia. Tres palestinos murieron ayer cuando su coche fue bombardeado cerca de Netzarim en otro asesinato selectivo del Ejército israelí. Según fuentes palestinas, dos de los muertos militaban en el brazo armado de Hamas y el tercero era un pariente de uno de los activistas.