El embajador español ante Naciones Unidas, Román Oyarzun, asegura que “no hay peor batalla que la que no se lucha” y solo esa convicción y una dosis imperativa de optimismo lleva a mirar con esperanza el último esfuerzo diplomático que, impulsado precisamente por España y Francia, se libra estos días en Naciones Unidas para dar una salida a la tragedia de Siria.

El lunes se empezó a debatir en el Consejo de Seguridad el borrador de una resolución preparado por los dos países que se centra principalmente en aliviar la grave situación en Aleppo, que el embajador francés, François Delattre, define directamente como “martirio”. Y aunque la gélida recepción de Rusia a la propuesta minimiza las esperanzas de que acabe viendo la luz (por no decir que las anula), es de momento la única posibilidad de una respuesta coordinada de la comunidad internacional, especialmente después de que Washington anunciara el lunes que abandona sus esfuerzos de colaborar con Moscú.

SANCIONES Y SUPERVISIÓN

El borrador del texto, al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, abre con una expresión de “indignación con el inaceptable y creciente nivel de violencia y con las campañas intensificadas en días recientes de bombardeos aéreos en Aleppo” y cierra con una amenaza de adoptar “nuevas medidas” (sinónimo en la jerga ONU desanciones) a quienes incumplan la resolución. Y en ella se reclama el “inmediato” cese de hostilidades y el también “inmediato acceso seguro y sin trabas a la ayuda humanitaria”, así como “poner fin a todos los vuelos militares sobre la ciudad” y que sea la ONU quien monitorice el cumplimiento de la tregua.

Aunque Oyarzun ha declarado que “la reacción de la mayoría (de miembros del Consejo) ha sido buena” y no pierde el optimismo de que las reuniones técnicas que ya han empezado puedan llegar a buen puerto, también asume que “es difícil que pueda prosperar” la resolución, que en sus palabras “no es un trámite sino una proposición de gran calado”. Y no hay mayor reto para ello que la reacción de Rusia, que tiene poder de veto en el Consejo, donde este mes también tiene la presidencia de turno.

“Una resolución que señalara a la aviación mientras a los terroristas (en el terreno) se les permitiera hacer lo que quisieran no sería muy atractiva”, decía en una rueda de prensa el lunes Vitaly Churkin, embajador de Moscú ante la ONU, que reclamaba un texto “más equilibrado” y dejaba caer que la propuesta “no tiene opción de funcionar”.