Las dos Simonas durmieron ayer largamente en sus respectivos domicilios, pero al final de la mañana, mientras en Roma y Rímini se preparaba la celebración de su liberación, ya extrañaban de nuevo Irak. "Espero volver pronto, es un país que quiero mucho", fueron las primeras palabras de Simona Pari al bajar a la calle, en Rímini. "Siempre nos han tratado con mucho respeto", añadió. Azuzada por los periodistas, la joven invitó a "no olvidar ese país, donde suceden cosas muy feas que hay que cambiar, incluso con la retirada de las tropas".

En Roma, después de los interrogatorios judiciales de rigor, que terminaron a las cuatro de la madrugada, la otra Simona durmió hasta la hora de la comida, y cuando bajó a la calle describió "la gran sorpresa de haber descubierto toda esta solidaridad". Confesó haber pasado miedo durante el secuestro, pero explicó que, al final, los captores habían reconocido su trabajo y las habían tratado "con respeto y dignidad". El juez Franco Ionta añadió luego que "no hubo violencia física", y que los secuestradores eran tan religiosos que "para acompañarlas de un lugar a otro no las tocaban, sólo rozaban las orlas de sus vestidos".

"Quiero agradecer a la comunidad musulmana de todo el mundo por haber expresado tanta solidaridad y, sobre todo, a la población iraquí, que ha estado tan cerca de nosotros", dijo Simona Torreta. Según han relatado fuentes religiosas iraquís, el grupo que las secuestró pensó que la ONG italiana Un Puente para Bagdad era una agencia a la sombra del Gobierno italiano, y las jóvenes, dos espías de Roma. "Al final nos han pedido disculpas", reveló Torretta, explicando que, al liberarlas, les regalaron 10 volúmenes de una traducción inglesa comentada del Corán.

Las jóvenes están bien de salud y "con algún kilo de más". Mahnaz, la colaboradora iraquí secuestrada con ellas y liberada en otro punto de Bagdad, desde donde llamó a un taxi y se fue a su casa, también admitió haber "engordado un kilo".

La sonrisa radiante que las dos Simonas mostraron al bajar del avión que las llevó a Roma, así como su elegante andar, acentuado por las túnicas de color pastel que vestían, indujeron a varios comentaristas televisivos a decir: "Parece que vuelven de una excursión". "Las túnicas --explicaron ellas--, eran las que nos dieron los secuestradores el primer día y las conservaremos siempre, porque forman parte de nuestra vida". Quienes las conocen saben que ambas siempre han irradiado gran serenidad, una manera de ser que durante los 21 días del secuestro ha calado en los italianos.

Siete millones de telespectadores siguieron en directo las imágenes de su llegada a Roma y las innumerables repeticiones de la escena de la liberación en Bagdad.