El traslado de varios retratos del presidente sirio, Bashar al Asad, y de su padre a un camión simbolizó ayer el inicio del desmantelamiento de la sede de los servicios de espionaje sirios en Beirut. Con las calles cortadas por la policía libanesa, los agentes de Damasco desalojaron parte de sus sedes en el barrio de Al Hamra, en la capital, y en el hotel Beau Rivage.

La salida de los servicios de espionaje sirios hacia el valle de la Bekaa, en espera del prometido calendario para su definitivo regreso a Siria, es el momento más simbólico del repliegue en dos fases que Asad ordenó bajo fuertes presiones internacionales encabezadas por EEUU.

El inicio de la salida fue calificado por EEUU como un "buen paso en la dirección correcta", pero la Casa Blanca insistió en que la salida debe ser total y anterior a las elecciones legislativas previstas para mayo.

La retirada de los espías sirios coincidió con el inicio de los contactos de Omar Karamé con los diputados para formar un nuevo Gobierno. Mientras, varios diputados, encabezados por el exministro de Turismo Farid Jazen exigieron ayer la dimisión del presidente del país, el prosirio Emile Lahud.