El Air Force One aún no se había posado en la pista del aeropuerto de Stansted cuando Donald Trump lanzó uno de sus tuits. ¿Celebraba el presidente americano su llegada al Reino Unido? ¿Quería agradecer a los británicos el honor de una visita del más alto rango, que les va a costar 20 millones de euros, solo en seguridad? Por supuesto que no. Trump inició su estancia insultando al alcalde de Londres. Sadiq Khan es «un total perdedor», «ha hecho un trabajo terrible», debería «concentrarse en la delincuencia en Londres, no en mí» y añadía que le recordaba mucho a otro alcalde «idiota e incompetente» que tuvo Nueva York, pero en el caso del edil londinense, «con la mitad de su estatura», burlándose del físico de Khan, que es un hombre bajito.

El mandatario americano respondía de esta forma tan burda al primer alcalde musulmán de la ciudad, que condenó la visita del presidente estadounidense. En un artículo en The Observer, Khan consideró a Trump como «uno de los grandes ejemplos de la amenaza global de la extrema derecha». Y añadía: «En años futuros me temo que le visita de Estado será profundamente lamentada al darnos cuenta de que estamos en el lado equivocado de la historia».

Tras los insultos, el líder laborista, Jeremy Corbyn, pidió a los militantes que se unan a las manifestaciones de protesta, previstas hoy en varias ciudades. Corbyn tomará la palabra en la de Londres, donde se espera la asistencia de 250.000 participantes.

El globo gigante de Baby Trump, representando al político como un bebé en pañales, volverá a ascender a los cielos. Khan, que tratará de ser reelegido el próximo año, no debe preocuparse por los ataques recibidos. El 63% de los británicos piensa que Trump es un pésimo presidente, cifra que es del 71% en la capital.

El actual inquilino de la Casa Blanca sabe sembrar la discordia allí por donde pasa. En el Reino Unido lo ha hecho respaldando a sus «amigos» Nigel Farage y Boris Johnson, criticando la negociación del brexit de Theresa May y apostando por Johnson para su reemplazo. Para Corbyn, los comentarios son «una injerencia inadmisible en la democracia» británica. Ni el líder laborista, ni el de los liberales, Vince Cable, ni tampoco el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, aceptaron la invitación al banquete ofrecido en honor de Trump por la reina. Bercow vetó además el que pudiera dirigirse al Parlamento, privilegio que sí otorgó a Barack Obama.

Trump, todo un estadista en grosería, tildó a Meghan Markle de «desagradable». La duquesa de Sussex no participará en la visita presidencial.