En las arcas del Tesoro de Estados Unidos quedan 35.000 millones de dólares. Mañana jueves ese departamento habrá agotado su capacidad de tomar prestado dinero para hacer frente a sus obligaciones, ya sean pagos de intereses de deuda o desembolsos como jubilaciones, prestaciones sanitarias o pagos a los militares. A partir de entonces, el Tesoro dependerá del pequeño colchón de efectivo y de los ingresos diarios por impuestos para pagar deudas. Cualquier día puede verse en una situación sin precedentes: tener menos dinero del que exigen las facturas y entrar en suspensión de pagos.

Ese es el abismo al que se asoma la principal economía del mundo. Solo un acuerdo en el Congreso entre republicanos y demócratas que eleve el techo de la deuda puede evitar que EEUU caiga por la pendiente y arrastre al resto del mundo. Y como han demostrado las últimas semanas y especialmente las últimas horas de bloqueo en Washington, donde la extrema polarización y la cruzada del Tea Party contra la reforma sanitaria de Barack Obama ya ha hecho que desde el 1 de octubre el Gobierno federal esté parcialmente cerrado, los pactos son peligrosa y absurdamente esquivos.

El martes, en la enésima muestra de disfuncionalidad política y de la radicalización del Partido Republicano, fracasó un intento de la Cámara baja de mayoría conservador de buscar una propuesta que solucione la doble crisis. La rebelión del ala más radical del Partido Republicano impidió a John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes, someter a votación un plan que los congresistas vinculados al Tea Party consideraban una capitulación.

El estrepitoso fracaso de Boehner, incapaz de controlar su partido como se ha encargado de afearle Barack Obama, deja ahora todas las esperanzas en un plan gestado en el Senado. Los equipos de Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en la Cámara alta, y Mitch McConnell, líder de la minoría republicana, han estado trabajando toda la noche sobre la propuesta, que ya estaba delineada el lunes pero se paralizó para dar una opción a Boehner.

La propuesta del Senado

Ese plan permitiría reabrir el Gobierno hasta el 15 de enero y elevaría el techo de la deuda hasta el 15 de febrero. A cambio, estipula la creación de una comisión de presupuestos que estudiará vías de reducción de gasto y déficit e intentará buscar alternativa a una ronda de recortes automáticos de gasto que deberían entrar en vigor el 15 de enero. Ademas, hace alteraciones a la reforma sanitaria de Obama, aunque mínimas. Se reforzarían, por ejemplo, los controles de ingresos de los ciudadanos que optan a subsidios para comprar una póliza de seguros en Obamacare.

Los problemas que quedan por delante en las próximas horas de seguros movimientos frenéticos son muchos. Algunos son de proceso pero otros son de fondo. El Senado podría presentar su propuesta este mismo miércoles y, si logra consentimiento unánime, votarla hoy también. El problema es que si hacen objeciones senadores vinculados al Tea Party como Ted Cruz o Mike Lee, que iniciaron la revuelta en las cámaras, el debate podría alargarse y la votación posponerse.

Una vez se apruebe la propuesta en el Senado, además, hay que ratificarla en la Cámara baja. Y aunque Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata, ha prometido el apoyo de sus 200 congresistas, el republicano Boehner necesitaría conseguir casi dos docenas de votos. Tras la hecatombe de su propio plan el martes, no está claro que pueda conseguir nada.

Otra opción sería que Boehner cogiera el plan de Reid y McConnell, lo redactara como propuesta de ley en su Cámara y permitiera un voto hoy miércoles. Por cuestiones de proceso eso haría que el voto en el Senado fuera más rápido aunque Ted Cruz y los suyos podrían también objetar. Si no lo hicieran, Obama podría tener una propuesta sobre la mesa este mismo miércoles, aunque sea a medianoche.

Advertencia de Fitch

Mientras se dilucida cómo solucionar la crisis, Estados Unidos empieza a pagar ya facturas. A última hora del martes Fitch puso la triple A de EEUU en perspectiva negativa. No rebajó la calificación de la deuda, algo que Standard & Poors sí hizo por primera vez hace dos años, cuando el país también se asomó al impago. Pero Fitch ha advertido ahora de de que la calificación está en peligro, alegando que "la política de riesgos y la reducida flexibilidad de financiación podrían elevar el riesgo de un impago de EEUU".

Los analistas de la agencia de calificación han subrayado que "EEUU se arriesga a ser forzado a retrasos generalizados de pagos a proveedores y empleados así como pagos de la Seguridad Social a ciudadanos, y todo dañaría la percepción de crédito de la deuda de EEUU y la economía".