Un dividido Tribunal Supremo de EEUU abolió ayer la pena de muerte aplicada a asesinos convictos que tenían menos de 18 años cuando el delito fue cometido. La decisión judicial, tomada por una ajustada mayoría de sólo cinco votos contra cuatro, afectará a unos 70 reos que hacen frente a la máxima pena por homicidios cometidos cuando tenían 16 o 17 años.

Hace 16 años, el Supremo dictaminó que ejecutar a menores no violaba la prohibición constitucional de no recurrir a castigos "crueles y desproporcionados". Los oponentes a la pena de muerte argumentaron que se ha forjado un consenso contrario a la pena capital aplicada a menores y que su prohibición debe reflejarse en la Constitución, al igual que las ejecuciones de retrasados mentales. El Supremo confirmó una sentencia previa en ese sentido dictada por el Supremo de Misuri.

EEUU era uno de los pocos países del mundo donde aún se ejecutaba a adolescentes. Aunque en 1988 se prohibió ejecutar a menores de 16 años, algunos pocos estados aún cumplían sentencias de muerte dictadas contra adolescentes de 16 o 17 años.

En el bando de la opinión mayoritaria contraria a la pena capital de menores, el magistrado Anthony Kennedy justificó la decisión subrayando la inestabilidad emocional de los menores: "Es justo reconocer que la mayoría de la gente está en contra de la pena de muerte aplicada a menores, debido a que la inestabilidad y el desequilibrio emocional de los jóvenes puede ser a menudo un factor del delito".

El Supremo examinó el caso de Christopher Simmons, condenado a muerte por haber arrojado viva desde un puente a una mujer a la que había maniatado. El abogado que asumió la defensa de Simmons, Seth Waxman, argumentó ante el tribunal que la pena de muerte no disuade a los adolescentes de cometer crímenes, ya que no pueden "medir los riesgos de la misma forma que los adultos".