La guerra de Irak divide cada vez más al país y jugará un papel clave en las elecciones legislativas de noviembre en EEUU, donde, según la última encuesta de la CNN, el 60% de los ciudadanos se oponen al conflicto bélico en el país árabe y la mayoría quiere que al menos una parte de las tropas desplegadas en Irak vuelvan a casa a finales de año.

Este 60%, el porcentaje más alto de oponentes desde que comenzó la guerra en marzo del 2003, contrasta con el 72% que se declararon a favor de la invasión hace ya más de tres años, y refleja el desgaste de la sociedad estadounidense en un conflicto que parece no tener fin y que solo en julio dejó casi 2.000 cuerpos en la morgue de Bagdad, el mayor número en los últimos cinco meses debido a la sangrienta escalada de violencia que ha obligado al Ejército estadounidense a doblar sus esfuerzos en la capital iraquí para evitar una guerra civil. También ayer los marines detuvieron a cuatro iraquís relacionados con el secuestro de la periodista Jill Carroll, liberada el 30 de marzo.

PESIMISTAS Además, el 57% de los americanos están a favor de establecer un calendario para retira las tropas frente a la negativa del Gobierno de George Bush, que no fija una fecha de salida porque "eso solo ayudaría a los terroristas". La diferencia es también insalvable entre quienes creen que Estados Unidos ganará la guerra (un 47%) y los que aseguran que la perderá (48%).

Por eso, muchos leen la derrota de Joseph Lieberman en las primarias demócratas al Senado por el estado de Connecticut como un referendo sobre la política en Irak. Lieberman, veterano senador y candidato a la vicepresidencia con Al Gore en el 2000, fue un ardiente defensor de la guerra. Ahora, ha perdido frente al millonario Ned Lamont, casi un desconocido, en una clara demostración de cómo el conflicto está golpeando el mapa político y multiplicando las críticas demócratas contra Bush.