"Es hora de renovar la promesa de Estados Unidos". Con estas palabras Hillary Clinton inició hace casi tres años su larga carrera hacia la Casa Blanca. Después recorrió el país de punta a punta para luchar por la candidatura demócrata frente a otros aspirantes como John Edwards o Chris Dodd, y más tarde tuvo que centrar su batalla en el hasta entonces poco conocido senador por Illinois.

Fue Barack Obama quien se impuso en las primarias demócratas y después en las presidenciales. Ya desde entonces se empezó a especular con el futuro de Clinton, quien tiempo después acabó convirtiéndose en la jefa de la diplomacia estadounidense.

Cuando ayer le preguntaron si volverá a optar a la presidencia, lo negó tajante. "No, no y no. El que tengo es un excelente trabajo. Trabajas las 24 horas los siete días de la semana, y estoy deseando retirarme algún día", dijo riéndose. La secretaria de Estado, a punto de cumplir 62 años, tacha de "absurdas" las especulaciones que aseguran que ha sido "marginada" en la nueva Administración. "Yo creo en el poder que supone delegar en otras personas. No soy de las que necesita ver mi cara en la portada de los periódicos o en la televisión en cada momento del día", explicó. "Probablemente --añadió-- ese estilo de mando es una cosa de mujeres".