El primer ministro francés, Dominique de Villepin, se reunió ayer con dos organizaciones estudiantiles sin esperanzas de encontrar una salida a la crisis provocada por el contrato de primer empleo (CPE). Los principales sindicatos de estudiantes acudieron a la cita ofrecida por el Gobierno sólo para hacer entrega de una carta, en la que exigieron la retirada del contrato previa a cualquier negociación.

En rueda de prensa, la presidenta de la Confederación de Estudiantes, Julie Coudry, lamentó que, en su convocatoria, el jefe del Gobierno "proponga únicamente discutir las condiciones de aplicación del CPE". "El primer ministro nos dice: ´Venid a discutir, pero la condición previa es que mantengo el CPE´. Es grave y es una tomadura de pelo proponer un diálogo de esta forma, porque en la situación en la que está hoy el país ... alimenta las tensiones sociales", declaró.

Las cuatro principales organizaciones estudiantiles boicotearon el encuentro, en el que sólo participaron dos organizaciones estudiantiles consideradas de derechas, la Federación de Asociaciones Generales de Estudiantes (FAGE), opuesta al CPE, y la Unión Nacional Interuniversitaria (UNI), partidaria del contrato.

NUEVA ADVERTENCIA Por su parte el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, insistió en desmarcarse del primer ministro al pedir públicamente que piense en "un compromiso", porque eso es "valiente y útil para Francia". Sarkozy, que se perfila como rival de Villepin cara a las elecciones presidenciales del 2007, criticó implícitamente el CPE. Para el ministro, la situación "no se desbloqueará con políticas segmentadas y orientadas a una u otra categoría de franceses que se creen por eso estigmatizados y, en consecuencia, se defienden", argumentó.

El secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Bernard Thibault, reprochó al Gobierno intentar "ganar tiempo", a la vista de que la crisis "degenera" para desviar la atención del CPE con el aumento de la violencia en las manifestaciones. Thibault llamó a "una gran movilización" el próximo martes en todo el país.

TEMOR A LA RADICALIZACION El ministro de Interior también expresó su inquietud ante la posibilidad de que las manifestaciones degeneren. "Esto tiene que acabarse rápido, ya que el país se está dividiendo y enfrentando", dijo Sarkozy, que desea que el CPE se ponga "entre paréntesis". La presencia en las recientes manifestaciones de jóvenes de los suburbios, protagonistas de la revuelta del pasado otoño, disparó las alarmas.

Pero, de momento, Villepin sólo está dispuesto a negociar la aplicación del contrato en los aspectos más controvertidos, como la duración de dos años y la posibilidad de despido sin justificar. La patronal, que se entrevistó el viernes pasado con el primer ministro, expresó su "inquietud" porque esta crisis "pone en peligro la economía" del país, "la solidez del tejido social" y la imagen de Francia en el exterior.

Mientras, el pulso entre Villepin y los sindicatos se radicaliza. Así será al menos hasta el martes, fecha en la que está convocada una nueva jornada de "acción nacional", con huelgas y manifestaciones. Los paros afectarán al servicio público y a los transportes, lo que sumado a las marchas puede paralizar el país.