El decano de los presos árabes en Israel, Samir Kantar, ha vuelto a casa. Asesino para Israel --que le acusa de la matanza de una niña de cuatro años y su padre, aunque él sostiene que murieron en el tiroteo -- es un héroe en el Líbano, por su lucha durante 30 años en la cárcel israelí donde fue torturado. Los otros liberados son cuatro miembros de Hizbulá capturados en la guerra del 2006.

El país de los cedros se ha vestido de fiesta y el Gobierno decretó el día festivo. "Es un día de boda real para el Líbano", afirmó a este diario Mohamed Safa, presidente de la liga de los presos libaneses en Israel. Kantar y sus compañeros fueron acogidos por miles de personas con banderas libanesas, palestinas y amarillas de Hizbulá. Tras una ceremonia en Nakura, fueron trasladados al aeropuerto de Beirut, donde se celebró otra ceremonia.

Con este canje, se cierra el dosier de los presos libaneses en Israel. "Pero no hay garantías de parte del Estado hebreo de que no sigan los secuestros", anota Safa. Además, existen aún 250 libaneses desaparecidos desde 1982, que Israel niega tener. Hasta el último momento, el Partido de Dios rehusó dar datos sobre los soldados con la esperanza de que Israel accediera a pagar un precio más alto por su regreso, suponiendo que estaban vivos, admitió un dirigente de Hizbulá.

En esta región, donde el sufrimiento es diario, generalmente compartido por ambos bandos, la alegría de ayer era unilateral. "El Líbano llora de alegría, Israel llora de tristeza", se leía en un cartel gigante. Las lágrimas de las familias israelís sonaban como el eco de las de las familias libanesas o palestinas que sufrieron la pérdida de los suyos en la guerra del 2006 o en alguna de las ofensivas israelís. "Comparto su dolor. Ojalá que no haya ninguna madre triste", asegura Safa. "Pero es consecuencia de las agresiones y guerras hechas por su Ejército. Los israelís son víctimas de la política de su Gobierno".