Frente a la cautela con la que la Comisión Europea ha optado por recibir los planes para el 'brexit' del primer ministro británico, Boris Johnson, la Eurocámara ha preferido no morderse la lengua y decir alto y claro lo que muchos en Bruselas piensan: que el plan de Londres no es una base de negociación suficiente y que hay elementos muy preocupantes. "Aunque seguimos abiertos a estudiar soluciones viables, legalmente operativas y serias, las propuestas de Reino Unido se quedan cortas y representan un paso atrás respecto a los compromisos y objetivos conjuntos", alertan en su primer posicionamiento oficial.

El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, acudió este miércoles a la sede del Parlamento Europeo a informar del contenido del primer texto legal, que este jueves ha abordado con los embajadores permanentes de los 27. Un gesto de deferencia que se repite regularmente desde que comenzaron las negociaciones ya que el Parlamento Europeo deberá ratificar el acuerdo de divorcio y tendrá, por tanto, la última palabra.

El resultado de estas primeras discusiones deja un balance amargo y mucho escepticismo. "Las propuestas de último minuto presentadas por el Gobierno del Reino Unido el 2 de octubre, en su forma actual, no son una base para un acuerdo al que el Parlamento Europeo pueda dar su consentimiento", avisa la Eurocámara sobre un plan que dicen no es una alternativa a la salvaguarda para Irlanda porque esconde tres grandes obstáculos.

TRES OBSTÁCULOS MAYORES

Para empezar, se prevé la creación de "infraestructuras y controles" aunque "no está claro exactamente dónde y cómo se llevarán a cabo". Un problema mayor, a juicio de los eurodiputados, ya que "cualquier forma de controles en la frontera y alrededores significará el fin del comercio sin fricciones", "un perjuicio para la economía de la isla" y "un grave riesgo para el proceso de paz, los consumidores y las empresas". Además, entienden que los planes vulneran principios fundamentales, líneas rojas de la Cámara y dejarán un "importante agujero" en el mercado interior.

También preocupa el hecho de que algunos planes solo se concretarán en el período transitorio de 14 meses que se abrirá tras la salida del Reino Unido de la UE el 31 de octubre. Esto significa incertidumbre y que la Cámara tendrá que dar su aprobado sin conocer plenamente todas las implicaciones ni tener garantías de su funcionamiento legal, algo "inaceptable".

Por último, el veto que reservan para el Parlamento norirlandés hace que el acuerdo sea inseguro, provisional y que dependa de una decisión unilateral. Es más, dado que la Asamblea de Stormont no se ha reunido desde hace casi tres años cuestionan que "pueda volver a hacerlo y asumir la responsabilidad sobre un tratado internacional de esta naturaleza". En resumen, el plan de Johnson no se acerca "ni remotamente a lo que ya se había acordado como compromiso" en la salvaguarda irlandesa.

CUMBRE CLAVE EN OCTUBRE

Pese a este jarro de agua fría de la Eurocámara, la UE sigue dispuesta a negociar hasta en tiempo de descuento y agotar la poca paciencia que les queda a los exhaustos diplomáticos europeos. El nuevo punto de inflexión, coinciden varios de ellos, será la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del 17 y 18 de octubre. Será el momento en el que los 27 tendrán que decidir si hay visos de un acuerdo o es necesaria una nueva prórroga que Johnson ya ha dicho que no piensa pedir.

"No puedo decir si estamos muy lejos o qué grado de convergencia se puede conseguir. Si se hubiera presentado hace un mes quizás hubiera sido mas útil", reconoce un diplomático europeo. Pero "la voluntad es ir con toda la lealtad hacia un acuerdo", asegura. "Seguimos abiertos pero todavía no estamos convencidos", ha resumido el presidente de la UE, Donald Tusk, tras hablar con Boris Johnson que este jueves ha presentado durante dos horas su propuesta en la Cámara de los Comunes.

JOHNSON, OPTIMISTA

El Reino Unido, ha explicado, "ha mostrado una gran flexibilidad en aras de alcanzar un acuerdo con nuestros amigos de Europa". Un plan "genuino" que "respeta los acuerdos de paz de Viernes Santo, en Irlanda del Norte". La propuesta ha recibido el apoyo a priori del Partido Democrático Unionista y un respaldo algo más tibio del sector más ultra 'brexit' de los Conservadores.

El Gobierno es optimista y cree que podría lograr una mayoría suficiente en el Parlamento para ratificar un posible nuevo acuerdo con la UE, algo en lo que su predecesora, Theresa May, fracasó en tres ocasiones. A pesar del tono sorprendentemente conciliador en esta ocasión, Johnson repitió que si la UE no acepta su plan, el Reino Unido se marchará sin acuerdo el 31 de octubre. Cuando le preguntaron en dos ocasiones si esta era la propuesta final, el primer ministro sugirió que estaría dispuestos a hacer cambios en su borrador.