Poco a poco los líderes europeos empiezan a elevar el tono de sus críticas al régimen iraní para condenar la represión que ejerce sobre los manifestantes que apoyan a Miuhusein Musavi, el líder reformista que acusa al presidente Mahmud Ahmadineyad de haber falsificado los resultados de las elecciones del pasado 12 de junio.

La más beligerante ha sido la canciller alemana, Angela Merkel, que ayer pidió a las autoridades iranís un nuevo recuento de los votos y el cese inmediato de la violencia contra los manifestantes. Merkel afirmó que el régimen iraní debe "autorizar las manifestaciones pacíficas", no reprimirlas, "y poner en libertad a los opositores que han sido detenidos y están en prisión".

Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores español, tras mostrar su solidaridad con los países europeos a los que Irán ha acusado de injerencia, Gran Bretaña, Alemania y Francia, instó a Teherán a "no recurrir a la violencia para poner fin a las manifestaciones".

También se mostró muy crítico el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que en una entrevista concedida a la agencia de noticias oficial de Qatar, calificó de "inexcusable" y de "extremadamente inquietante" la actitud de las autoridades de Teherán "frente al deseo legítimo de conocer la verdad de gran parte de la población iraní".