Agotado el prólogo de besos y abrazos, llegan los capítulos más duros. Las dos mujeres liberadas el jueves por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) empezaron ayer a esbozar la extrema dureza de las condiciones en las que viven las entre 700 y el millar de personas cautivas de la guerrilla colombiana en la selva. Mientras, la comunidad internacional apuntalaba de forma unánime la petición de la excongresista Consuelo González al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, nada más ser liberada: "Presidente, no se puede bajar la guardia, los que quedaron mandan ese mensaje".

El proceso no puede terminarse con la liberación de solo dos personas. Es el principio que todas las partes suscribían ayer, al día siguiente de la liberación de la excandidata a la vicepresidencia de Colombia, Clara Rojas, y la excongresista Consuelo González de Perdomo, en manos de la guerrilla durante seis y siete años, respectivamente. La excandidata a la presidencia de Colombia Ingrid Betancourt lleva seis años secuestrada.

La excongresista rompió ayer el oasis de las primeras horas en libertad al adentrarse en detalles de la vida de los cautivos. Hombres encadenados y mujeres en un precario estado de salud.

ENTREVISTA "A los señores, durante el día, les tienen puestas cadenas en el cuello permanentemente", relató Consuelo González en una entrevista radiofónica a una emisora colombiana para añadir: "Por la noche, tal vez creo que por razones de más seguridad, los amarran a un árbol que está al pie de cada cama". "Si Colombia no se conmueve con esto, no sé", finalizó la excongresista de 57 años, que se quedó viuda en cautiverio.

La liberada relató que las mujeres no permanecen encadenadas. "Están muy desgastadas físicamente, con unas dificultades de salud grandísimas, con una serie de limitaciones en todos los sentidos, no hay atención médica, no hay ninguna libertad", puntualizó González, que insistió en un acuerdo humanitario como vía para lograr la liberación de los demás rehenes. Los cautivos, insistió, saben que un rescate militar está llamado al fracaso, porque "es declararle a uno la muerte en segundos", sobre todo por la orden que tienen los rebeldes de asesinarlos.

Las primeras declaraciones de Clara Rojas se circunscribieron a un ámbito más personal. Concretamente, al deseo de "recoger a Emmanuel", su hijo nacido de la relación con un guerrillero, que se encuentra a cargo de los servicios sociales del Estado.

FAMILIA BETANCOURT Los primeros en pedir que no se baje la guardia fueron los miembros de la familia Betancourt. "Hemos franqueado una etapa", explicó Fabrice Deloye, exmarido de la candidata presidencial secuestrada, en una multitudinaria rueda de prensa en París, para añadir: "No podemos bajar los brazos". Deloye recordó el precario estado de salud en el que se encuentra su exmujer y apeló a una "urgencia extrema". El exmarido de Betancourt añadió que el diálogo entre el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, y las FARC "debe reanudarse" con la participación, si es necesaria, de mediadores internacionales.

Las dos principales partes en conflicto, el Gobierno de Colombia y las FARC, reiteraron ayer sus posturas. Uribe planteó a la guerrilla que "está listo para la paz" y la invitó a una "negociación fácil, sencilla, de buena fe", con garantías de seguridad.

La guerrilla insistió en la desmilitarización para negociar con el Gobierno. Concretamente, pide despejar la zona de Florida y Pradera. "Estas localidades deben ser escenario del diálogo Gobierno-FARC para el acuerdo y la materialización del canje que haga posible la liberalización de todos los prisioneros", según un comunicado de la guerrilla.