Un joven doctorado en Derecho por la Universidad de Cambridge, Jack Merritt de 25 años, es una de las víctimas mortales del atentado del viernes en el puente de Londres. Meritt era el coordinador del programa de rehabilitación de presos y uno de los organizadores del seminario a cargo del Instituto de Criminología de esa universidad sobre la redención de exconvictos. Uno de los participantes, Usman Khan, le quitó la vida, a él y a una mujer, dejando también heridas a otras tres personas, en el edificio de Fishmonger’s Hall, en el lado norte del puente de Londres. La organización yihadista Estado Islámico, a través de la agencia Amak, aseguró ayer que el ataque de Londres había sido perpetrado por uno de sus combatientes.

Khan, de 28 años y nacionalidad británica, había sido condenado por terrorismo a ocho años de cárcel en el 2012, por intentar volar el edificio de la Bolsa de Londres, como miembro de una célula del grupo yihadista Al Qaeda. Se hallaba en libertad vigilada desde diciembre pasado.

El primer ministro británico, Boris Johnson, visitó ayer el lugar del atentado y defendió la necesidad de que los terroristas cumplan penas más severas. «No tiene sentido que nosotros, como sociedad, liberemos antes de tiempo a personas condenadas por delitos de terrorismo y de violencia grave», declaró. En plena campaña electoral, con los sondeos a favor de los conservadores Johnson recordó que el programa de su partido propone «endurecer las sentencias para los crímenes graves y violentos».

El problema, sin embargo, es complejo. Tras el ataque, las autoridades británicas se preguntan qué hacer con los terroristas que han cumplido condena y salen a la calle. Usman Khan había dejado la cárcel hace un año. Lo hizo a cambio de llevar una pulsera electrónica con la que la policía podía controlar sus movimientos.

Khan llevaba en prisión desde el 2012, condenado por formar parte de una célula yihadista. Desde la celda había pedido en dos ocasiones seguir un curso de desradicalización, según explicó su abogado. El recluso escribió incluso una carta a la cadena de televisión ITV pidiendo participar en ese tipo de curso «para poder probar a las autoridades, mi familia y la sociedad en general, que no tengo los puntos de vista que tenía antes de mi detención». «Quiero vivir con un buen musulmán y como un buen ciudadano británico», continuaba la misiva.

DENUNCIAS EN LA TELE / Finalmente, aún entre rejas, formó parte de un programa de rehabilitación del Gobierno para personas involucradas en terrorismo. Antes incluso de su detención, en el 2008, había participado en un programa de la BBC denunciando «las etiquetas», que ponían a jóvenes musulmanes como él. «No soy un terrorista», decía entonces.

En un primer momento, Khan recibió una sentencia de duración indefinida, un tipo de prisión permanente revisable. Más tarde, en el 2003 el tribunal de apelación cambio la condena a una pena fija de 16 años de cárcel. Eso implicaba que podía quedar libre automáticamente, bajo vigilancia, al cabo de ocho años, como así fue.

El viernes Khan debía pasar por un preso rehabilitado, porque fue invitado por la Universidad de Cambridge al seminario titulado Aprendiendo Juntos organizado por académicos y estudiantes en Fishmonger’s Hall, un inmueble junto al puente de Londres.

Con dos cuchillos que llevaba atados a las manos, comenzó a apuñalar a los participantes en la conferencia. Confrontado y perseguido por algunos de los presentes, huyó por el puente, donde fue reducido y desarmado por algunos viandantes, antes de que la policía, creyendo que llevaba un chaleco con explosivos, le disparara cuando estaba en el suelo. El chaleco era simulado.

En junio de este año había 218 encarcelados por actividades terroristas en Gran Bretaña. Khan fue uno de los 51 presos condenado por delitos de terrorismo que salió en los doce meses previos a marzo del 2019.

La forma en que son vigilados -una pulsera electrónica en el caso de Usman Khan- deberá ser ahora revisada. Por eso resulta clave si hubo algún fallo en los procedimientos que permitieron al terrorista actuar de nuevo.