El proceso de paz colombiano exhibe su mayor y peligrosa herida. Iván Márquez, quien fuera número dos de las FARC y uno de los negociadores del acuerdo de La Habana con el Gobierno de Juan Manuel Santos, anunció ayer «una nueva etapa de lucha» armada. Márquez se encontraba en paradero desconocido desde hace más de un año. A través de un vídeo, y rodeado de Seuxis Paucias Hernández, alias Jesús Santrich, y Hernán Darío Velásquez, alias El Paisa, otros dos importantes exdirigentes de la guerrilla convertida en partido político, aseguró que la nueva formación tendrá por el momento un carácter defensivo y se abstendrá de acciones «con fines económicos» como los secuestros y extorsiones. «Solo responderemos a la ofensiva. No vamos a seguir matándonos entre hermanos de clase para que una oligarquía descarada siga manipulando nuestro destino».

La reaparición de Márquez y Santrich, quien había dejado de cumplir sus compromisos con la Justicia Especial para la Paz (JEP) y sobre quien pende una orden de captura internacional, provocó un previsible terremoto en Bogotá. «Es una noticia desafortunada. A los compañeros se les acabó la voluntad de seguir apostando por la paz, pero nosotros seguimos en el proceso», dijo Rodrigo Londoño, el antiguo jefe de la insurgencia conocido como Timochenko y en la actualidad líder de la menguada Fuerza Alternativa Revolucionaria de Común (FARC). El expresidente Álvaro Uribe aprovechó para actualizar su disputa con Santos y señaló: «Aquí no hubo paz sino el indulto para algunos responsables de delitos atroces».

¿Dónde se encuentra Márquez? Los analistas creen que en medio de la selva del Inírida. A 660 kilómetros de la capital, y otra vez vestido de verde oliva, manifestó: «Ha comenzado la segunda Marquetalia (lugar de nacimiento de las FARC hace más de medio siglo) bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión».

El acuerdo de paz labrado dificultosamente en el 2016 tuvo numerosos contratiempos. El primero, su impugnación en una consulta popular. Luego, las dificultades de implementación y el asesinato de más de 115 exmiembros de la guerrilla y unos 300 líderes sociales desde su entrada en vigor. Pero, a la vez, la desmovilización y entrega de armas no fue aceptada por todos los mandos de las FARC. El mismo Márquez la califica ahora de «ingenua». Se calcula que existen 1.800 disidentes con distinto grado de operatividad. Márquez buscará unificarlos. «La historia registrará en sus páginas que fuimos obligados a retomar las armas», dijo.

El Gobierno de España condenó «firmemente» la decisión de Márquez de volver a las armas. El Ejecutivo reiteró su «firme compromiso y apoyo al proceso de paz en Colombia y a los esfuerzos del Gobierno y la sociedad colombiana para acabar con la violencia». Y expresó su «plena confianza en los mecanismos previstos en el acuerdo para la reincorporación a la vida civil y política de los excombatientes de las FARC.