Si en Francia hay contabilizadas entre 16.000 y 20.000 familias polígamas, están implicadas unas 180.000 personas, incluyendo a los hijos. La práctica fue más o menos tolerada hasta el año 1993, cuando se decidió no renovar los permisos de residencia a los hombres polígamos ni permitir que la segunda o tercera mujer pudieran entrar en el país acogiéndose a las facilidades para la reagrupación familiar.

Paralelamente, las asociaciones dedicadas a integrar a los inmigrantes iniciaron un trabajo de concienciación y de ayudas a las mujeres que deseaban independizarse. Con los años, esta labor redundó en la disminución de una práctica extendida principalmente entre los inmigrantes de países centroafricanos como Malí o Mauritania, donde la poligamia es legal y forma parte de la tradición.

Los expertos juzgan "devastadores" los efectos de la poligamia en los niños. Este régimen de vida desorienta a los pequeños y les dificulta su integración en la sociedad. "De 10 hijos de familia polígama, si uno consigue salir adelante ya es mucho", afirma un educador.