Veni, vidi, vici . El expresidente estadounidense Jimmy Carter llegó el pasado miércoles a Pyongyang en busca de un compatriota y ayer conseguía que subiera en el mismo avión que él de regreso a casa. El premio Nobel de la Paz, de 86 años, salió del país asiático acompañado de Aijalon Mahli Gomes, un activista religioso afroamericano que había cruzado la frontera en enero pasado con el objetivo de convencer al tirano Kim Jong-il de que confesara sus pecados y renunciara al poder.

Consiguió una condena de ocho años de trabajos forzosos y una multa de 600.000 dólares por entrar ilegalmente en el país. La prensa norcoreana afirmó el mes pasado que Gomes había intentado suicidarse por su "intensa conciencia de culpa, decepción y desesperación con el Gobierno estadounidense por no haber tomado ninguna medida para liberarlo". Carter pidió disculpas a Pyongyang por el comportamiento de Gomes. "Por razones humanitarias, fue indultado por Kim Jong-il", señaló el Centro Carter.

La medida "para liberar a la persona que entró de forma ilegal es una manifestación del humanitarismo y la política pacifista de Corea del Norte", añadió la agencia de noticias norcoreana KCNA. Washington aplaudió la liberación, pero repitió que la misión de Carter no era oficial.

SIN VINCULOS DIPLOMATICOS EEUU y Corea del Norte carecen de vínculos diplomáticos y sus relaciones pasan actualmente por momentos muy tensos. Esta situación no impide, sin embargo, que los expresidentes de EEUU liberen a sus nacionales, mientras que surcoreanos y japoneses secuestrados llevan años en Corea del Norte.

Bill Clinton rescató el año pasado a dos periodistas condenadas por entrada ilegal. Pyongyang expresó a Carter su voluntad de regresar a las negociaciones para desnuclearizar el país a cambio de ayuda internacional. Están interrumpidas desde que en el 2009 la ONU condenara a Pyonyang por lanzar un misil.