Los primeros resultados no oficiales de las elecciones celebradas ayer en Suecia indican un ascenso del voto al partido de extrema derecha Demócratas Suecos (DS), a quien el sondeo a pie de urna efectuado por la televisión pública sueca les otorga un 19,2% de los votos, casi siete puntos más de los obtenidos en los comicios del 2014. La encuesta sitúa a los ultras en segundo lugar, tras el Partido Socialdemócrata del primer ministro, Stefan Löfven, que habría obtenido el 26,2%.

Por bloques políticos, el canal público SVT da como ganador de los comicios a la Alianza de centro-derecha, en el que destaca el partido de los Moderados, que sumarían el 39,6% de los votos, una décimas más que la coalición gubernamental que forman los socialdemócratas y los verdes, con el apoyo parlamentario del Partido de Izquierda. Juntos habría logrado el 39,4% de las papeletas.

Sea cual sea el resultado oficial final, lo que queda claro es que la fuerte irrupción de la extrema derecha sueca, con raíces en el movimiento neonazi, ha puesto fin a décadas de dominio de los grandes partidos tradicionales. Los DS se pueden convertir en una fuerza decisiva, sobre todo si logra algún tipo de acuerdo con la conservadora Alianza. A pesar de que el líder conservador del partido Moderado, Ulf Kristersson, dijo durante la campaña electoral que no va a negociar con el DS, podría necesitar los votos o la abstención de los ultraderechistas para convertirse en el nuevo primer ministro y así echar del poder al centro-izquierda. En todo caso se espera un proceso largo de negociación para conocer al nuevo Gobierno sueco.

Ante el previsible avance de la extrema derecha, Löfven se refirió al SD cuando fue a depositar su voto: «Los socialdemócratas y su gobierno conducido por los socialdemócratas son la garantía de que Demócratas Suecos, un partido extremista y racista, no tendrá influencia sobre el Ejecutivo». «Las elecciones son un referendo sobre el bienestar y sobre la decencia», añadió. Los socialdemócratas han sido la fuerza que ha dominado la política sueca el último siglo, pero ha obtenido el peor resultado de su historia.

La campaña electoral se ha centrado principalmente en el problema de la inmigración y del estado del bienestar, que los ultras ven en peligro por la llegada masiva de personas que huyen de la guerra y de la pobreza de Oriente Próximo y África. El 18,5% de la población de Suecia es nacida en el extranjero. Entre el 2012 y el 2017, el país registró cerca de 400.000 solicitudes de asilo, la mayoría de sirios (solo en el 2015, la cifra fue de 160.000). En este periodo fueron aceptadas 226.000 solicitudes.

LÍDER ULTRA / El joven líder de Demócratas de Suecia, Jimmie Akesson, de 39 años, está al frente de la formación ultraderechista desde el 2005. Nacido en 1979 en Sölvesborg, en el sur del país, zona conservadora, Akesson entró en el circo político cuando apenas tenía 19 años como concejal del partido conservador. Pero pronto renegó de su militancia decepcionado por la defensa del liberalismo económico y el apoyo de los conservadores a la adhesión de Suecia a la Unión Europea.

Las de ayer fueron sus cuartas elecciones como máximo dirigente de los DS, con un discurso xenófobo y euroescéptico que con el tiempo ha ido calando, sobre todo, entre las clases trabajadoras. Akesson aparece siempre con su pelo castaño impecablemente bien peinado y engominado, barba refinada, ojos claros y gafas redondas. Una imagen con la que quiere reforzar la homogeneidad étnica de su país, la del blanco escandinavo.