Un Boeing 737 de Aeroflot, las líneas aéreas rusas, con 88 personas a bordo se estrelló ayer cuando se disponía a aterrizar en la ciudad rusa de Perm, en los Urales, a 1.700 kilómetros al este de Moscú. Todos los pasajeros, 82, entre ellos 7 niños, y los 6 miembros de la tripulación murieron en el accidente.

Entre los pasajeros del vuelo 821 había 21 extranjeros, ciudadanos de Estados Unidos, Francia, Turquía, Suiza, Alemania, Italia y Letonia. Fuentes oficiales rusas descartaron la posibilidad de que la catástrofe se debiera a un atentado. La aeronave, operada por una división de Aeroflot, iba a aterrizar cuando se estrelló a la 01.12 de la madrugada del domingo (hora local) en una zona industrial de la ciudad.

Valery Tivunov, un responsable del Ministerio de Situaciones de Emergencia ruso en Perm, dijo que los restos del avión cayeron en un radio de 4 kilómetros, a pocos metros de un edificio de apartamentos. Afortunadamente, no hubo lesionados en tierra. La caída del Boeing destruyó un tramo de 500 metros de la línea férrea conocida como Transiberiano, lo que obligó a suspender el tráfico en el tramo entre Yekaterimburgo y Perm. La causa "más probable" del accidente es "un fallo técnico", dijo a la televisión rusa Vladimir Markin, un portavoz del comité investigador de la fiscalía general rusa. Dado que el aparato explotó antes de tocar tierra, las autoridades trabajan con la hipótesis de que la aeronave sufrió un incendio en uno de sus motores.

El avión estaba a unos 1.100 metros de altitud cuando perdió contacto con la torre de control. El jefe de controladores aéreos del aeropuerto Bolshoe Savino de Perm, Irek Bikbov, informó a la prensa rusa de que el comandante de la aeronave se portaba "de una manera extraña" minutos antes de la catástrofe.

"ALGO RARO" Según el responsable del aeropuerto, le daba la sensación de que "pasaba algo raro" a bordo del avión pero el comandante lo negaba. "Me decía que todo estaba bien. Pero cumplía mis órdenes a la inversa", afirmó Bikbov. Primero el piloto ascendió cuando el controlador le exigía que descendiera para aterrizar. "Vi en la pantalla que estaba ascendiendo, pero me dijo que estaba descendiendo", indicó Bikbov. Luego hizo un segundo intento de aterrizaje, pero cuando estaba a una altura de 600 metros sobre tierra la comunicación se cortó y después sonó una explosión.

El aparato, que estaba en servicio desde 1992, antes fue explotado por la aerolínea china Xiamen Airlines. Asimismo, formaba parte de la flota de Aeroflot desde julio pasado.