El filólogo alemán Walter Jens, patriarca del pacifismo y simpatizante del movimiento antinuclear, falleció a los 90 años, convertido en una autoridad moral del país tras pasar la última etapa de su vida retirado por padecer de demencia.

"Su voz marcó la línea durante décadas en todos los grandes debates políticos de nuestro país", indicó la canciller Angela Merkel -a través de su portavoz, Steffen Seibert- tras darse a conocer hoy la noticia de su muerte.

Considerado uno de los grandes intelectuales de la historia contemporánea alemana, Jens se apartó de la vida pública tras quedar imposibilitado para hablar o escribir, a consecuencia de su enfermedad.

Destacó como demócrata convencido y heterodoxo, que se salía de los cánones establecidos y dotado de una especie de conocimiento universal que le permitía opinar tanto de cuestiones teológicas como de fútbol.

Nacido el 8 de marzo de 1923 en Hamburgo e hijo de un banquero, estudió filología clásica en Friburgo (sur del país) y a partir de ahí empezó a escribir desde novelas a piezas de teatro y ensayos.

Ejerció la docencia en la Universidad de Tubingia durante casi cuatro décadas e integró el legendario movimiento literario del "Grupo 47".

En paralelo a la vida académica practicó el compromiso político y se convirtió en representante junto a su esposa, Inge, de los movimientos antinucleares y pacifistas de los 70 y 80.

Participó en sentadas contra la Guerra del Golfo, en los 90, y llegó a ocultar en su casa a dos desertores del ejército estadounidense, lo que le costó problemas con la justicia.

En 1989, año de la caída del Muro de Berlín, se convirtió en presidente de la Academia de las Artes, pero entró en conflicto con un ala de la institución por defender su fusión con la que había sido su homóloga en territorio de la Alemania comunista.

Años más tarde protagonizó el siguiente escándalo, al conocerse que había militado en el partido nacionalsocialista durante el Tercer Reich, lo que causó cierto revuelo entre la intelectualidad.

Finalmente en 2006 se le diagnosticó una demencia que acabó impidiéndole escribir siquiera su propio nombre.

Antes de que la enfermedad le impidiera toda actividad pública, libró aún su última batalla como activista, esta vez como defensor de la eutanasia activa, actividad que compartió con el teólogo disidente Hans Küng, compañero suyo desde su etapa en Tubingia.

A lo largo de toda su vida, Walter Jens fue ejemplo de "servicio a su país", en palabras del presidente alemán, Joachim Gauck.