La idea de que las tropas británicas acudan en refuerzo de las norteamericanas en las zonas más conflictivas de Irak confirma las imprevisiones estratégicas y preludia la segunda e inminente batalla de Faluya, donde en abril se consumó la primera derrota de Estados Unidos en la posguerra.

Si la CIA asegura que está refugiado en esa ciudad el jordano Abú Musab al Zarqaui, lugarteniente de Bin Laden y principal matarife en los rituales de decapitación, su captura sería un trofeo electoral para Bush. Los británicos reforzarían algunas posiciones en torno a Bagdad para que los norteamericanos ataquen Faluya.

El problema es que las relaciones anglo-norteamericanas están tensas desde el secuestro y degüello de Kenneth Bigley, un minucioso y macabro escenario, salmodias del Corán incluidas, para aterrorizar a la opinión pública británica, hasta el punto de que algunos diarios acusaron a Blair de responsabilidad en el suplicio. ¿Hasta cuándo resistirá la vieja alianza?

*Periodista e historiador.