«Queremos ver los cuerpos, necesitamos hacer un duelo». La exigencia de Yolanda Mendiola, madre del tripulante Leandro Fabián Cisneros, parece hablar por todas las familias que en la base naval de Mar del Plata, a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, se niegan a asumir la decisión de la Armada. Dos semanas después de que el ARA San Juan fuera devorado por el mar, los militares han dado por concluida la etapa de rescate de posibles supervivientes. No lo han dicho, pero tampoco hace falta: la institución da por muertos a los 43 marinos y la oficial del sumergible.

A partir de ahora, el Gobierno se concentrará solo en la búsqueda del submarino en las profundidades oceánicas. La Armada ha tomado esta medida ante la falta de resultados del operativo que ha reunido a 18 países, entre ellos Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña, y una iné-dita tecnología punta, con el propósito de rescatar a los tripulantes.

El presidente Mauricio Macri suspendió ayer sus actividades públicas y los argentinos esperan que diga algo sobre este esperado giro.

El jueves, mientras la Armada anunciaba que terminaban las labores de rescate, Macri vivía minutos de euforia personal por haber asumido la presidencia del G-20. «Hoy es un día histórico para los argentinos», celebró en las redes sociales. Los medios de prensa sostienen que el mandatario pasará al retiro a la cúpula de la Armada. Sin embargo, mantendrá en Defensa a su cuestionado ministro, Óscar Aguad, a quien envió a Mar del Plata a dar la cara tras la tragedia.

RUEGO DE LAS FAMILIAS / «Por favor no suspendan la búsqueda, nosotros no los damos por muertos, puede haber una esperanza de vida todavía», advirtió a una emisora de radio capitalina otra de las madres de los tripulantes.

«No quería que navegara, él tenía que estar conmigo -añadió-. Le pedí por favor que no fuera, era un suicidio ir a esa navegación. Yo le rogué. Él no me hizo caso porque quería estar con sus compañeros, todos sabíamos que era un suicidio, que tarde o temprano iba a pasar».