Los familiares de las víctimas de la matanza de Utøya (Noruega), donde murieron 69 de los 77 fallecidos en los atentados cometidos el 22 de julio por el ultraderechista Anders Behring Breivik, regresaron hoy a la isla.

Cuatro semanas después del doble atentado, los familiares directos de 50 de las víctimas aceptaron la propuesta de las autoridades noruegas de visitar la isla en el primer acto de un fin de semana dedicado a conmemorar una tragedia nacional.

Para mañana está previsto que visiten Utøya grupos de supervivientes del tiroteo, en su mayoría jóvenes que asistían al campamento de las Juventudes Laboristas, así como una reunión con los familiares y otra visita conjunta al complejo gubernamental de Oslo donde Breivik hizo estallar una bomba que mató a 8 personas.

Familiares y supervivientes celebrarán el domingo un almuerzo con el primer ministro, el laborista Jens Stoltenberg, horas antes de acudir a un memorial con actuaciones musicales y lectura de textos en el Oslo Spektrum, al que acudirá la Noruega oficial y representantes de otros países nórdicos.

La isla estaba precintada desde el día del atentado y hoy quedó abierta sólo para la visita de los familiares, que se desarrolló sin cobertura mediática, por decisión de las autoridades noruegas.

Los familiares llegaron pasadas las 11.00 GMT a la isla, a unos 40 kilómetros de Oslo, y fueron trasladadas en un barco militar, acompañadas por policías, médicos, personal de asistencia psicológica y de la Cruz Roja.

La visita, sufragada por las autoridades, transcurrió sin ningún programa establecido: cada familia pudo quedarse el tiempo necesario, depositar flores y velas y recibir información detallada de la policía sobre lo ocurrido en la isla.

"Es un día muy importante y muy duro para los familiares", dijo la ministra de Sanidad noruega, Anne-Grete Strøm-Erichsen, antes de desplazarse a la isla, donde también estuvieron presentes los ministros de Defensa, Cultura, Administración, Finanzas y Ciencia.

La visita se produjo justo cuatro semanas después de que Breivik, de 32 años y autor confeso de la matanza, cometiera el doble atentado, primero con la explosión de un coche bomba en el complejo gubernamental de Oslo, donde murieron ocho personas.

Inmediatamente después se desplazó a Utøya para abrir fuego indiscriminadamente contra los jóvenes que asistían al campamento laborista, en su mayoría de entre 14 y 19 años de edad.

La justicia noruega dictó hoy otras cuatro semanas de prisión preventiva en régimen de aislamiento total para Breivik, quien permanece en prisión preventiva desde su detención el día de los atentados.

El juez justificó la prolongación del régimen de aislamiento por el peligro de que Breivik tome contacto con el mundo exterior y ello pueda perjudicar la investigación. En su segunda comparecencia, Breivik, a quien se denegó asimismo su deseo de acudir vestido con esmoquin, calificó de tortura sádica su régimen de aislamiento, por "monótono y aburrido".

El fundamentalista cristiano, que tras su detención había expresado su deseo de hacer declaraciones públicas sobre sus motivos, lo que le fue denegado, sólo tiene comunicación con el mundo exterior a través de su abogado.