Llueve otra vez en una Niteroi incrédula. De repente, el chaparrón se toma un respiro. Pero, al poco, el agua reanuda su embestida contra lo que queda del Morro colina do Bumba.

En la noche del miércoles, un corrimiento abrió un tajo en este cerro del barrio de Cubango. Cuarenta casas, en las que vivían unas 200 personas, quedaron sepultadas. Los bomberos han rescatado apenas 22 cadáveres. Ya no hay esperanzas de encontrar a alguien con vida. Es tanto el barro acumulado, hay tantos escombros y desperdicios, que el subcomandante de bomberos José Paulo Moreira admite que la búsqueda puede durar semanas.

Los temporales han matado al menos a 190 personas en Río y sus alrededores. En Niteroi han fallecido oficialmente 108 personas. La cifra no da cuenta aún de todos los que desaparecieron en el Morro do Bumba, al norte de esta ciudad satélite. "Nunca olvidaré esos gemidos", dice un policía que, en la madrugada del viernes, iluminado por un generador eléctrico, colaboró infructuosamente en los rescates.

El corrimiento empezó en lo alto de la ladera. Descendió 900 metros por la calle Aurelio Cardoso y llegó hasta la de Viçoso Jardim. A su paso destruyó, ade- más de hogares, una iglesia, dos guarderías, una pizzería y un salón de belleza. "Salí de mi casa semidesnuda, pero estoy viva. Hay otras madres que no paran de llorar", dice Luciene da Hora.

ESPERANDO EL MILAGRO Los bomberos usan mascarillas. Los demás --familiares que esperan tras el cordón de seguridad, vecinos solidarios, voluntarios que dan comida...-- se cubren alguna vez la nariz, cuando ya no soportan el aroma de la desolación.

El ruido de las excavadoras llega más allá de esa colina convertida en cráter. Los motores rugen y se dejan oír a las puertas del Colegio Machado de Assis y las iglesias donde han dormido parte de los evacuados. Hay muchas historias. Casi todas se parecen. Como la de los hermanos Monteiro Carvalho que, con los ojos apuntando a la tierra, esperan un milagro que les devuelva al padre, la hermana y un sobrino de seis años.

El barrio de Cubango había sido construido sobre un antiguo vertedero que funcionó hasta 1981. El desprendimiento del Morro do Bumba estaba, en ese sentido, escrito desde el momento en que comenzó la invasión de los terrenos. Las casas se construyeron sobre una colina donde las toneladas de desechos depositados durante décadas impedían absorber el agua. El suelo siempre fue inestable y peligroso.

El déficit de origen fue siempre soslayado por las autoridades. "Yo pagaba mis impuestos. Todos aquí los pagaban. Y aunque estoy aquí desde 1999, nunca he visto una obra de saneamiento. La cloaca pasaba a cielo abierto", dijo Marlene Pinheiro.

La urbanización, donde suelen desembocar los inmigrantes pobres, no solo fue tolerada. Se convirtió en una constante oferta electoral a los desamparados de siempre. "Pavimentación Morro do Bumba. Cada vez mejor", rezaba un cartel olvidado. Su tragedia no es solo natural. Esconde una matriz demagógica. Desnuda un modelo de gestión.

Edson Antonio do Nascimento, un ingeniero de la Universidad Federal Fluminense (UFF), fue convocado años atrás para hacer un estudio del lugar de la desgracia. "El gas metano acumulado constituía un riesgo permanente de explosión", avisó. A esa misma conclusión llegó cinco años atrás la urbanista Regina Bibenstein. "Fue una tragedia anunciada", considera el presidente del Consejo Regional de Ingeniería y Arquitectura de Río, Agostinho Guerreiro.

COMBUSTION EXPLOSIVA La lluvia, al entrar en contacto con los viejos y nuevos desperdicios, aumenta un 30% la producción de un metano que es tóxico y explosivo. Para la secretaria de Medio Ambiente del estado, Marilene Ramos, el corrimiento es obra de esa combinación. "Por eso los supervivientes escucharon un ruido extraño", señaló.

Niteroi fue la capital del estado de Río de Janeiro entre 1903 y 1975. Es la única ciudad brasileña fundada por un indígena.

"¿Quién va a pagar por todo lo ocurrido?", se preguntaba ayer el influyente diario O Globo . El prefecto alcalde de Niteroi, Jorge Roberto Silveira (socialdemócrata), que ya había asumido ese cargo en 1989, se hizo presente en el Morro do Bumba 15 horas después del letal corrimiento de tierras. "Este es el Brasil real, el de la gente pobre", dijo, en un arrebato sociológico.