A la vista del anuncio de la próxima liberación de 52 presos de conciencia, el disidente Guillermo Fariñas tomó ayer la decisión de tratar de preservar el hilo de vida que le queda y abandonar la huelga de hambre que ha mantenido durante 135 días.

Su portavoz, Licet Zamora, confirmó a Europa Press que Fariñas cedió "ante los ruegos de sus compañeros de lucha y de su familia", que acudieron ayer al hospital para convencerle de que "ya ha conseguido, en parte, lo que deseaba". La visita del obispo de Santa Clara acabó de persuadirle.