Los señores de la guerra se acaban de transformar en adalides de la paz. Uno tras otro, los partidarios de los planes bélicos de EEUU clamaron ayer que sus verdaderas intenciones son pacíficas e incluso trataron de arrogarse el mérito de la declaración de la cumbre de la Unión Europea en la que se puso coto a los deseos del presidente norteamericano, George Bush, de dar luz verde a la intervención militar contra Irak.

Por la mañana, el primer ministro británico, Tony Blair, tuvo que justificar su posición en una larguísima rueda de prensa en la que trató de dar la vuelta a la tortilla y pretendió que el Reino Unido había sido protagonista del manifiesto europeo que pidió una resolución pacífica a la crisis; cuando el Ejecutivo de Londres había centrado todos sus esfuerzos en conseguir que el comunicado hiciera una mención expresa a la posibilidad del "uso de la fuerza" contra el régimen de Sadam Husein, aunque sólo fuera como "último recurso".

LA ORDEN DE ATAQUE

Pocas horas después --también por la mañana, pero en Washington--, Bush argüía: "La guerra es mi última opción". Sin embargo, "Sadam representa una amenaza para América y vamos a ocuparnos de él". Porque todo indica que el presidente norteamericano ya ha dado la orden de ataque y ésta se ejecutará en la madrugada del 4 de marzo, cuando la luna nueva ofrecerá una máxima ventaja a las tropas norteamericanas equipadas con sofisticados sistemas de visión nocturna.

Como si quisiera hacer buenas las palabras de su hermano Jeb --quien el día anterior prometió en Madrid "beneficios" a los que apoyasen a Bush--, el presidente norteamericano subrayó: "Es necesario coraje para lograr la paz (...). Blair y Aznar son hombres con visión de futuro. Ven la misión que tenemos por delante y estoy orgulloso de llamarles aliados. Trabajaremos juntos en nombre de la paz".

No obstante, en lo que se puso a trabajar seriamente la Casa Blanca fue en presionar a Turquía para que accediese a permitir el paso de decenas de miles de soldados norteamericanos por su territorio. El Gobierno islámico turco aplazó la sesión parlamentaria que debía aprobar esa espinosa cuestión --que rechazan casi unánimemente los ciudadanos turcos-- y el portavoz presidencial norteamericano, Ari Fleischer, reaccionó airadamente: "Ya es hora de que Turquía tome una decisión". Y es que cada vez quedan menos horas para poder cumplir el calendario bélico del Pentágono, en el que es imprescindible abrir un frente del norte en la zona kurda semiautónoma de Irak fronteriza con Turquía.

AZNAR, CONTRA ZAPATERO

En la misma línea pacifista , el presidente del Gobierno, José María Aznar, argumentó en su comparecencia ante el Congreso que él fue artífice de la declaración de la UE, así que la presentó para su aprobación por los diputados, que difícilmente podían negarse a refrendar un manifiesto rubricado por 28 países europeos (incluyendo en esa cifra a los candidatos a la ampliación).

Aznar cargó contra el líder de la oposición socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, al que aleccionó: "Si tuviera responsabilidad de gobierno, no podría mantener su discurso ni dos minutos, porque estaría fuera de la comunidad internacional". Y acusó al PSOE de actuar por "oportunismo electoral a corto plazo sencillamente lamentable".

Zapatero pidió pruebas de los supuestos vínculos entre Sadam y Al Qaeda, y recordó que ni siquiera se presentaron indicios verosímiles contra los presuntos islamistas detenidos en la gran redada de Girona y Barcelona.

LA OCASION DE CALLARSE

Entretanto, fuera de las fronteras españolas la disputa política era bien distinta. El presidente francés, Jacques Chirac reaccionó muy poco diplomáticamente ante el incondicional apoyo a Bush de los 12 países aspirantes a ingresar en la UE: "Han perdido una buena ocasión de callarse".

Por su parte, el premier británico, Tony Blair, hizo un gesto radicalmente opuesto: dirigió misivas a esos mismos 12 países y a Turquía, diciendo "lamentar" que no pudieran asistir a la cumbre europea del lunes. Asistencia que Aznar también había solicitado para conseguir una amplia mayoría en favor de la postura belicista de EEUU. Fue Francia la que vetó esa ampliación precipitada con fines pro-Washington.

Está claro que la fractura intraeuropea dista mucho de haber quedado soldada, aunque Fleischer --en la línea de Aznar-- insista en que "Europa está unida detrás de EEUU, con excepciones, como Alemania y Francia".

Lástima --debe pensar Fleischer-- que ambas potencias económicas se sienten actualmente en el Consejo de Seguridad y estén dispuestas a sumar todos los votos que sean necesarios para impedir la aprobación de una resolución que dé luz verde a la invasión de Irak por EEUU. En cambio, Bush cuenta con que España sí votará a favor de esa propuesta.