El Gobierno de Manila desafió ayer todas las presiones de EEUU e inició la retirada efectiva de sus tropas en Irak con el fin de salvar al rehén filipino que fue secuestrado en ese país el pasado 20 de junio. La ministra de Asuntos Exteriores filipina, Delia Albert, anunció que el jefe del contingente de su país y otros 10 militares habían emprendido el viaje hacia Kuwait para ser repatriados después a Manila.

"El resto del contingente se irá de Irak pronto", añadió la ministra. Filipinas tenía 51 soldados en Irak y, el pasado miércoles, en plena polémica por el anuncio de la retirada, Albert señaló que ya sólo quedaban 43. El repliegue filipino ha levantado la indignación de EEUU y ha suscitado también las críticas de otros países. El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, calificó de "decepcionante" la decisión del Gobierno de Gloria Macapagal Arroyo.

RENDICION ANTE LAS AMENAZAS El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, consideró que "ceder ante las amenazas de los secuestros sólo servirá para alentar este tipo de acciones y hacer las cosas aún más difíciles". Powell elogió, en cambio, la firmeza "de Corea del Sur y de Bulgaria, sometidos a una dura prueba con los secuestros y las decapitaciones" de dos ciudadanos de estos países. El primer ministro australiano, John Howard, acusó también al Gobierno filipino de "ceder ante los terroristas". Camberra mantiene 880 soldados en Irak pese a la oposición de gran parte de la población australiana.

EEUU proporciona a Filipinas una ayuda de más de 100 millones de dólares (unos 81 millones de euros; casi 13.500 millones de pesetas), en cinco años, destinada a mejorar la capacidad de un Ejército mal entrenado que debe hacer frente a una revuelta islamista en el sur de la isla de Mindanao. Pese al deterioro de las relaciones entre ambos países, los expertos creen que Washington no recortará esta ayuda.