No hay muchos precedentes de héroes nacionales enterrados en la semiclandestinidad para evitar las protestas populares. Ocurrió este mediodía en Filipinas. Los restos del dictador Ferdinand Marcos descansan en el Cementerio de Héroes de Manila treinta años después de que el pueblo le echara del país. El asunto había dividido a la sociedad durante meses y el fallo favorable del Tribunal Supremo por nueve votos a cinco de la semana pasada estimuló a los críticos.

El cadáver había sido trasladado en secreto en avión horas antes desde la mansión familiar a la capital y la ceremonia se ventiló a la carrera. No hubo anuncios previos ni tiempo para que se formaran las manifestaciones anunciadas. Una veintena de salvas precedió un entierro cerrado al público y a la prensa. Los accesos permanecieron protegidos por miles de policías antidisturbios y soldados. Los contrarios al dictador alegan que el entierro es ilegal porque la justicia no ha resuelto las apelaciones. “No sorprende lo que está pasando. Marcos despreció la ley cuando estaba vivo y también en su funeral vuelve a romperla”, señaló Barry Gutiérrez, consejero de la plataforma contra Marcos, según la agencia AFP.

Su traslado al Cementerio de Héroes había sido defendido por el presidente, Rodrigo Duterte. El inefable líder filipino ha recordado que Marcos luchó en la segunda guerra mundial y presidió el país durante dos décadas. Los lazos familiares son estrechos entre dos políticos de línea dura: el padre de Duterte había trabajado para Marcos y los hijos de este apoyaron al actual presidente en la carrera electoral del pasado año. Los gobiernos anteriores se habían opuesto a la pertinaz reclamación del entorno familiar del dictador y su cuerpo había permanecido en una caja de cristal en su domicilio del norte del país.

Muchos jóvenes filipinos desconocen la figura de Marcos, pero el recuerdo es indeleble para quienes lo sufrieron durante dos décadas. El dictador estableció la ley marcial que le permitió encarcelar, torturar y asesinar a miles de críticos del régimen. Marcos fue nombrado en el 2004 el segundo líder más corrupto de todos los tiempos por la Organización de Transparencia Internacional, solo superado por el indonesio Suharto. Marcos y su esposa Imelda esquilmaron a uno de los países más pobres del sudeste asiático.

JOYAS, OBRAS DE ARTE Y ZAPATOS

Su sucesora, Cory Aquino, creó una comisión para recuperar toda la riqueza robada por el matrimonio. Los 2.240 millones de dólares conseguidos son una minucia comparados con los 5.000 o 10.000 millones totales. Los 1.220 pares de lujosos zapatos de Imelda epitomizan la corrupción de aquellos años. Fueron valorados en 10 millones de dólares por Christie’s y Sotheby cuando en el 2005 se interesaron en subastarlos. El matrimonio nunca escondió sus excentricidades. Compró edificios en Nueva York (Imelda solo desdeñó el Empire State porque era “demasiado ostentoso”), coleccionó obras de Miguel Ángel o Botticelli y acumuló gemas y brillantes a granel. La aduana estadounidense se incautó de 24 maletas con lingotes de oro tras huir de Manila en 1986.

Marcos murió en el plácido exilio hawaiano tres años después e Imelda regresó a Filipinas, donde ha desempeñado una larga carrera política y eludido todos los cargos de corrupción. Su hijo Ferdinand 'Bongbong' Marcos perdió las elecciones a la vicepresidencia del país meses atrás por muy poca diferencia de votos y su hija Imee es la gobernadora de la provincia de Ilocos Norte.