Alemania es un Estado relativamente joven a escala histórica: sólo tiene 134 años. Por ello no sería descabellado suponer que estamos asistiendo al comienzo del fin de un ciclo importante de su existencia como potencia económica. De momento, la clase política sólo acierta a aplicar parches a la hemorragia, pero no se ven planteamientos nuevos como los que han proyectado a Irlanda hacia el estrellato de la economía europea. Y en el mejor de los casos, Alemania sólo puede controlar parte de su crisis; la otra depende de un desajuste a escala internacional en el que toda Europa está sumida.

*Profesor de Historia.