La franja de Gaza ha sufrido este fin de semana un subidón de la violencia que ejemplifica el delicado momento que se vive a un mes del desalojo de las colonias judías. "No vamos a permitir que continúe esta situación", dijo ayer el primer ministro israelí, Ariel Sharon, quien añadió que ha ordenado al Ejército que "utilice todos los medios" para mantener el control en Gaza.

Esta vez, la orden de usar la fuerza si es necesario no se refería sólo a los "terroristas palestinos", sino también a los ultras israelís. "Hay quien daña la causa palestina, quien da excusas a Israel para la represión", dijo el sábado, sin citar a Hamás Mahmud Abbás (alias Abú Mazen ), presidente de la ANP.

Aún bajo el impacto del atentado suicida de la Yihad Islámica del pasado martes en Netania, Abú Mazen fue recibido el jueves en Gaza con una lluvia de Qassam (que se cobraron la vida de una israelí) y con los enfrentamientos entre Hamás y la policía palestina. Después, reaparecieron los asesinatos israelís de milicianos de Hamás: siete el viernes y uno ayer.

El pacto de alto el fuego entre facciones armadas y ANP era claro: las facciones dejaban de atacar a Israel a cambio de reformas en la ANP y elecciones legislativas y locales. Abú Mazen ha roto el acuerdo al suspender las legislativas y anular los comicios en Rafá.

DESERCION Sharon desayunó ayer con enfrentamientos entre colonos y soldados y la deserción de dos soldados para unirse a los colonos. Nueve miembros de la unidad a la que pertenecen se negaron a impedir por la fuerza la entrada a Gush Katif de colonos que no se identificaban.

El Consejo Yesha de los colonos confía en que unas 100.000 personas intenten hoy entrar en los asentamientos, desafiando la prohibición de acceso a la zona a todos los israelís no residentes. El desafío es doble, ya que Sharon ha prohibido la marcha.