El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, dio anoche un discurso televisa-do a la nación para explicar el desaguisado de la flotilla. Netanyahu acusó al mundo de "hipocresía" por criticar a Israel y cargó contra la flotilla, tachándola de "terrorista". Su intervención quiso responder al aluvión de críticas lanzadas contra el Gobierno y el Ejército desde la prensa y algunos intelectuales por el modo en que fue asaltada la flotilla.

La impresión general es que fue un auténtico fiasco y la tormenta no solo ha estallado en el Ejecutivo, también lo ha hecho en el Parlamento. La diputada árabe Hanin Zoabi, el único miembro de la Kneset que viajó en el Mármara Azul, tachó el asalto de "piratería" y exigió la apertura de una comisión de investigación. Le respondió la diputada del gobernante Likud Miri Regev, espetándole "vete a Gaza, traidora", y la acusó de participar en "una flotilla terrorista". El incidente acabó en una reyerta en la que varios diputados fueron expulsados de la Cámara.

El asalto ni siquiera ha gustado a la opinión pública. El 62% de los encuestados por el diario Maariv opinaban ayer que la flotilla debería haberse interceptado con otros métodos.