El Gobierno francés no ha dudado en emplear la fuerza para desbloquear los depósitos de carburante a fin de abastecer a las gasolineras. Especialmente uno, el de la refinería de Grandpuits. Una planta estratégica porque alimenta a toda la región de París, una de las más afectadas por la falta de carburante ocasionada por la huelga de las refinerías.

La irrupción de la policía, de madrugada, para permitir el acceso al depósito bloqueado por un grupo de sindicalistas acabó en enfrentamientos y con tres miembros del movimiento sindical heridos. Tras el forcejeo, los trabajadores requeridos por la prefectura para garantizar la distribución del carburante --vulnerar la orden puede ser castigado con cinco años de prisión-- accedieron al recinto donde se cargan los camiones cisterna destinados a llenar las reservas de las gasolineras.

VOLUNTAD REAFIRMADA Los sindicalistas denunciaron lo que consideran un abuso del Gobierno y una vulneración de su derecho de huelga. La tensión vivida en Grandpuits reforzó la voluntad de los trabajadores de las refinerías de mantener su protesta "hasta el final" pese a que la dirección sindical se muestra más flexible.

La huelga iniciada hace una semana por los trabajadores de las 12 refinerías del país contra la reforma de las pensiones ha radicalizado la movilización. Mediante la estrangulación del suministro energético, este sector se ha convertido en la punta de lanza de la protesta.

El Gobierno convocó ayer una reunión del gabinete de crisis en Matignon --sede del primer ministro, François Fillon-- con los empresarios del sector petrolífero para activar el desbloqueo de los depósitos. El Ejecutivo francés asegura que, aunque las plantas continúen sin funcionar, quedan reservas de carburante para garantizar el funcionamiento del país durante unas semanas.