Una misión casi imposible. El rescate de los restos del avión de Air France siniestrado en pleno vuelo con 228 personas a bordo enfrenta a las autoridades a una operación de dimensiones titánicas. Especialmente por lo que se refiere a la búsqueda, en pleno océano, de las dos cajas negras, claves para conocer las causas de la catástrofe. Se trata de una carrera contra el reloj en la que Francia y Brasil se emplean a fondo, con un despliegue de medios sin precedentes.

Una vez descartada toda posibilidad de encontrar supervivientes, la urgencia se centra en hallar las cajas negras antes de que la frecuencia que emiten --durante 30 días a partir de la caída del aparato-- se apague para siempre. Quedan 26 días. Muy poco tiempo, teniendo en cuenta que la embarcación preparada para efectuar semejante rescate a grandes profundidades y en una zona particularmente difícil estaba en las Azores y tardará diez días en llegar.

Se trata del Porquoi pas (Por qué no), equipado con un submarino, el Nautile, y un robot, el Víctor 6.000, capaces de trabajar hasta a 6.000 metros de profundidad. Pese al esperanzador nombre del navío de exploración submarina, los investigadores son pesimistas. En primer lugar, porque el área de localización de los restos del Airbus A-330 es muy vasta: unos 60 kilómetros. Y en segundo lugar, porque el fondo marino alcanza entre los 3.000 y los 5.000 metros de profundidad y es muy escarpado.

SIN PRECEDENTES "Hay que tener en cuenta que nunca se ha encontrado una caja negra en estas profundidades. Además, en este lugar, las corrientes son muy potentes y el relieve muy accidentado, por lo que la operación es extremadamente delicada", declaró ayer el ministro de Ecología y Transportes, Jean-Louis Borloo.

Una apreciación corroborada por la Oficina de Investigaciones y Análisis, que dirige la investigación por parte del Gobierno y en paralelo al expediente abierto por la fiscalía de París. "No soy optimista respecto al rescate de las cajas negras, la dispersión de los restos es muy importante", argumentó Pierre Cochonat, responsable de la oficina, que debe entregar un informe a finales de junio.

A lo largo del día de ayer, los aviones que sobrevuelan la zona avistaron nuevos trozos que presumiblemente pertenecen al avión siniestrado. Además de los restos metálicos, el asiento y la boya localizados, un aparato del Ejército brasileño encontró un trozo de fuselaje de siete metros de diámetro, el mayor visto hasta ahora, y una gran mancha de queroseno, de 20 kilómetros de longitud.

Además de los seis aviones y los dos helicópteros brasileños que rastrean la zona, a 650 kilómetros al noreste del archipiélago Fernando de Noroha, tres aparatos de las fuerzas aéreas francesas sobrevuelan el lugar. Se trata de dos aviones patrulla y de un avión radar Awars, que realiza un mapa cartográfico de los restos. Estos aparatos parten de una base militar francesa situada en Dakar.

APOYO ESTADOUNIDENSE Estos medios aéreos reciben el apoyo de un avión estadounidense que utiliza la alta definición de los satélites de Estados Unidos. Nicolas Sarkozy ha pedido ayuda al Pentágono para contar con sus sofisticados sistemas de localización por radar.

Ayer tarde llegaron a la zona la primera fragata de la armada brasileña y los mercantes que han desviado su ruta para colaborar en los trabajos de recuperación de los restos.

El periódico brasileño Jornal da Tarde informó de que hubo al menos seis comunicaciones entre la aeronave y los ordenadores de Air France en tierra en una franja de cuatro minutos. Según el rotativo, daban cuenta de que el aparato se vio envuelto en una secuencia de fallos eléctricos.