Los franceses rechazaron ayer de manera contundente el Tratado constitucional europeo, con casi el 56% de votos negativos, en un referendo que registró además una participación masiva superior al 70%. El no de Francia a Europa es sobre todo una bofetada política al presidente francés Jacques Chirac, al jefe de su Gobierno conservador, Jean Pierre Raffarin, y al conjunto de los dirigentes de los grandes partidos que hicieron campaña por el , comenzando por el primer secretario del Partido Socialista, Fran§ois Hollande, quien deberá afrontar en los próximos días una de las crisis más graves de su formación.

La reacción del jefe del Estado francés fue ante todo la de "levantar acta" del rechazo de la Constitución por "decisión soberana" de los franceses y de tranquilizar a los socios europeos asegurando que "Francia sigue en la Unión Europea". Chirac se comprometió además a "velar personalmente" para que Francia siga ocupando en la Unión el puesto que le corresponde. También reconoció que la "expresión democrática" de los franceses "crea un contexto difícil para la defensa de los intereses de Francia", pero aseguró que la UE "seguirá funcionando sobre la base de los tratados actuales".

DEMANDAS DE DIMISION En el plano interior, Chirac --quien ya había advertido de que no pensaba dimitir en caso de rechazo de la Constitución europea en las urnas-- se limitó a reiterar que había escuchado el mensaje de las urnas y prometió para "los próximos días" un "nuevo impulso" para su política y el Gobierno. Lo que fue calificado rápidamente de "insuficiente" por el campo del no de derechas e izquierdas que reclamaron pura y llanamente su "dimisión".

Este nuevo seísmo político, comparable a la eliminación, el 21 de abril del 2002, del candidato socialista Lionel Jospin frente al ultraderechista Jean-Marie Le Pen, dejó a la mayoría de la clase política francesa con representación parlamentaria en estado de conmoción.

Y la conclusión fue rápida tanto por parte de la izquierda como de la propia derecha. El presidente del partido gubernamental, Nicolas Sarkozy, fue de los primeros en reclamar "un cambio de política" y en presentar su propia alternativa para las presidenciales del 2007. El primer secretario del Partido Socialista, Fran§ois Hollande, que deberá resolver en las próximas horas una de las crisis más graves de su partido, responsabilizó del fracaso al presidente Chirac y a la política de Raffarin.

"DECEPCION" Entre los miembros del Gobierno la ministra de Defensa, Mich¨le Alliot-Marie, habló de "derrota para Francia y para Europa", mientras que el ministro de Exteriores, Michel Barnier, hablaba de "verdadera decepción" y "dura prueba para Francia". Entre los partidarios del , el socialista Jack Lang estimó la situación "muy grave" y la achacó a "un hartón general del que Europa ha sido desgraciadamente la víctima".

El campo del no esta formado por una potente y heterogénea movilización de las fuerzas políticas y sociales de la extrema derecha a la extrema izquierda, que pone en el mismo saco a los movimientos altermundialización, asociativos, sindicales, soberanistas de Philippe de Villiers, al Partido Comunista y a un sector del PS liderado por el número dos del partido, Laurent Fabius, Henri Emmanuelli y Jean Luc Melenchon.

La izquierda del no se echó a la calle y se concentró en la plaza de la Bastilla de París para celebrar el rechazo de "la Europa liberal". La secretaria general del Partido Comunista, Marie-George Buffet, dijo que el triunfo del no es "antes que nada el de los obreros, los trabajadores, los jóvenes y los parados (...) unidos en las urnas para rechazar la camisa liberal". Para otro firme partidario del no , el socialista Henri Emmanuelli, "no ha sido un voto de miedo, sino de esperanza". "Estoy orgulloso de Francia y de los franceses", añadió.

La movilización masiva de la extrema izquierda, comunistas y socialistas rebeldes, fueron los que permitieron el rechazo de la Constitución, según los sondeos a pie de urna. Estas encuestas rebelan que entre los votantes del no había un 67% de simpatizantes de izquierda y casi el 90% de los de la extrema derecha. La división en el socialismo es otra de las causas del rechazo, que ha abierto una profunda fractura social y política en Francia.

La primera razón esgrimida por los detractores de la Constitución ha sido el paro (46%), frente al 40% que se decidió por el hartazgo general y el 35% que exige renegociar el Tratado.