Después de Calais, París. Las autoridades francesas han procedido este viernes a la evacuación del enorme campamento improvisado de migrantes acampados desde hace semanas en el noreste de la capital. Una nueva operación logística llevada a cabo tras el desmantelamiento de la llamada ‘jungla’ de Calais que debutó a las seis de la mañana y se desarrolló en calma.

Afganos, sudaneses y eritreos formaban grandes colas en el barrio de Stalingrad para montar en los 80 autobuses custodiados por 600 efectivos de las fuerzas del orden. En total, han sido desalojadas 3.852 personas, que serán repartidas en 74 centros de acogida, la mayoría ubicados en la región parisina, donde se han habilitado 4.000 plazas, 1.000 de ellas en gimnasios.

La proliferación de tiendas de campaña, lonas y colchonetas en aceras y parques no es nueva. La zona está cerca de las oficinas de Francia Tierra de Asilo -que tramita las solicitudes de los exiliados para obtener el estatuto de refugiado- y de las estaciones del Norte y del Este, de las que parten los trenes para Calais y Alemania, respectivamente.

Desde la primavera del 2015 la concentración de migrantes conforma un paisaje habitual que no ha hecho más que extenderse pese a las sucesivas evacuaciones. En los últimos cinco meses ha habido más de 29 operaciones de este tipo y se han habilitado unos 23.000 alojamientos.

Pero ello no impide la rápida formación de nuevos campamentos en las zonas colindantes e incluso en los mismos lugares. De ahí, el escepticismo de vecinos, voluntarios y asociaciones, que son quienes se organizan con urgencia para repartir comida y ropa de abrigo a los migrantes mientras el Estado organiza su traslado.

La situación se repite porque a diario llegan a la capital francesa unas 50 personas a través de la ruta de los Balcanes o atravesando elMediterráneo, y porque no hay plazas suficientes para albergarles mientras tramitan sus solicitudes de asilo, según denuncian las asociaciones humanitarias.

Para poner fin a esta dinámica, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha decidido crear un campo humanitario para refugiados en el norte de la capital. Con capacidad para 400 personas y gestionado por la asociación Emaus Solidaridad, allí podrán estar un máximo de 10 días mientras se les busca un alojamiento. Su apertura, prevista para mediados del mes de octubre, se ha retrasado porque las obras de acondicionamiento no se han terminado.

RESISTENCIA DE ALGUNOS ALCALDES

La operación de este viernes en el barrio de Stalingrad culminó al mediodía sin incidentes y poco después los primeros evacuados empezaban a llegar a sus destinos, donde no todos son bien recibidos. En Maurepas, cerca de Versalles, su alcalde, el conservador Grégory Garestier, se ha negado a habilitar el gimnasio requisado por el Gobierno y un centenar de migrantes han sido conducidos a un salón de actos.

La presidenta de la región de Isla de Francia, Valérie Pécresse, también del partido de Los Republicanos, se ha quejado de que se haya requisado la colonia de vacaciones de Cergy-Pontoise, adonde han sido llevados 160 exiliados. Se trata del mismo centro que albergó en septiembre del 2015 a un grupo de sirios e iraquís que el Gobierno francés trasladó desde Múnich para aliviar la presión migratoria de Alemania.

Por otro lado, el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, ha informado de que el desmantelamiento de la ‘jungla’ de Calaisse ha saldado con la acogida de algo de más de 7.000 personas, entre ellas casi 2.000 menores.

“No hay ningún mini-Calais en Francia. Solo hay centros de acogida y orientación”, ha reaccionado el ministro frente a los sombríos pronósticos de los diputados de la derecha.