Emmanuel Macron y Giuseppe Conte han hecho las paces tras una semana de tensión diplomática por la gestión del buque 'Aquarius' que se encamina hacia Valencia con 600 inmigrantes a bordo después de encontrarse cerrados los puertos italianos.

El presidente francés y el presidente del Consejo italiano han celebrado este viernes un largo almuerzo de trabajo en el palacio del Elíseo y han hecho el mismo diagnóstico sobre la mayor crisis migratoria a la que se enfrenta Europa desde la segunda guerra mundial: la Unión Europea no es eficaz. Tampoco es solidaria, así que hay que cambiar las reglas y lanzar una reforma profunda porque ni el actual sistema de cuotas ni el reglamento de Dublín funcionan.

“La situación que hemos vivido estos días lo demuestra: la orientación no es la buena”, ha dicho Macron en una rueda de prensa conjunta con Conte. “Debemos encontrar reglas que permitan más solidaridad con los países de entrada de emigrantes, para que no paguen su situación geográfica. Y también solidaridad cuando las personas se desplazan en el espacio Schengen” ha señalado el presidente francés.

Nadie puede lavarse las manos

Para Conte “ha llegado el momento de pasar página” porque nadie puede “lavarse las manos sobre la cuestión migratoria”. En línea con lo que ha venido expresando el nuevo gobierno populista italiano desde que llegó al poder, Conte ha puesto el acento en la necesidad de reforzar la lucha contra las mafias que se benefician de la trata de seres humanos.

Tanto el presidente francés como el primer ministro italiano han coincidido en que las actuales reglas de Dublín, que obligan al migrante a solicitar asilo en el primer país que pisa, tienen que cambiar y que hay que reforzar a nivel europeo la relación con los países de origen y tránsito de migrantes para prevenir lo que Conte llamó “viajes de la muerte”.

Emigrantes económicos

En un contexto marcado por el auge de fuerzas populistas que hacen bandera del rechazo al inmigrante, Italia y Francia han defendido la creación de centros fuera de las fronteras europeas para gestionar las demandas de asilo en los países de origen, antes de que los migrantes inicien su travesía en el Mediterráneo.

“Francia e Italia tenemos los mismos principios y las mismas realidades, pero no podemos acoger a todo el mundo. Hay que distinguir entre solicitantes de asilo e inmigrantes económicos”, ha dicho Macron retomando la filosofía de criticada legislación francesa que endurece las condiciones para conceder el asilo y facilita las expulsiones.

Aunque la semana había sido de alto voltaje para las relaciones bilaterales franco-italianas, una llamada de teléfono del presidente francés este miércoles calmó las cosas y el encuentro con Conte en el Elíseo, previsto mucho antes de que estallara la crisis del Aquarius, pudo mantenerse a pesar de que estuvo en el aire.

Macron juzgó este lunes “cínica e irresponsable” la decisión italiana de impedir al Aquarius atracar en sus costas pero luego bajó el tono, a la vista de la airada respuesta de Roma, negándose a recibir “lecciones hipócritas” de un país que, a su juicio, le da la espalda a sus socios en cuestiones migratorias.

Una reunión amistosa

Este viernes, Conte dio el episodio por zanjado. “La prueba más elocuente es que estoy aquí”. Por su parte, Macron habló de un almuerzo “amistoso y de trabajo” y dejó claro que los dos países trabajarán juntos para buscar soluciones concretas al drama migratorio en la cumbre europea de finales de junio.

“La respuesta buena es la europea, pero la respuesta europea actual no es la buena”, ha resumido el presidente francés que ha prometido llevar a Bruselas una propuesta consensuada con Italia, España y Alemania. Macron se verá con la canciller Angela Merkel la próxima semana en Berlín para abordar este asunto. Sin embargo, la posición de Merkel es delicada.

Su ministro del Interior, el conservador socialcristiano Horst Seehofer le ha echado un órdago para forzar un endurecimiento de la política migratoria mientras se abre paso un eje Berlín-Viena-Roma impulsado por el líder de la xenófoba Liga, y titular italiano de Interior, Matteo Salvini. El objetivo, cerrar el paso a los inmigrantes.

Preguntado por esta alianza, Macron ha dicho desconfiar de una fórmula que “nunca trajo suerte en la Historia” y, con una profunda ironía, animó a Salvini a usar su amistad con sus homólogos alemán y austriaco para convencerles de que hagan gala de una mayor solidaridad.