En pocos días, los sondeos han detectado un aumento del apoyo de los franceses a la huelga contra la reforma de las pensiones. Según una encuesta del instituto CSA para Le Parisien , el 71% secundan una protesta que hoy vivirá su sexta jornada de movilización y que cristaliza el descontento general contra la política de Nicolas Sarkozy. Dopados por la popularidad del movimiento, los huelguistas lo extienden al transporte por carretera y mantienen el bloqueo de institutos y refinerías. La creación por parte del Gobierno de un gabinete de crisis para evitar la escasez de carburante demuestra que la situación se complica.

"La huelga es un derecho, pero el bloqueo energético del país no lo es", afirmó el ministro de Industria, Christian Estrosi, para justificar una eventual acción policial y la decisión de requerir la incorporación de algunos empleados en huelga para que las reservas de las empresas petroleras puedan ser distribuidas. Los trabajadores que rechacen esta orden se arriesgan a una condena de cinco años de prisión.

Los sindicatos juzgaron abusiva esta medida, por lo que en la planta de Total de Douges se organizó una cadena humana para impedir la salida de camiones destinados a suministrar a las gasolineras. Entre 1.000 y 1.500 de las 12.500 estaciones de servicio del país se quedaron ayer sin reservas. Las zonas más afectadas, especialmente por el temor de los conductores a no poder llenar el depósito, son la región de París, el sureste y el noreste.

BANDAS DE DELINCUENTES Además de la alteración del transporte ferroviario, que dura ya una semana, las carreteras se vieron invadidas por camiones que colapsaron los accesos a las grandes ciudades y a algunos centros estratégicos. Marsella sigue con el puerto parado y las basuras se acumulan en las calles como consecuencia de la incorporación a la huelga del servicio de recogida.

Sin embargo, lo que más preocupa tanto al Gobierno como a los sindicatos es la irrupción en el movimiento estudiantil de bandas de jóvenes violentos procedentes de barrios conflictivos, que ayer causaron destrozos y quemaron coches en Lyón y algunas ciudades de la periferia de París, como Nanterre y Evry. Las centrales sindicales han reforzado sus medidas de seguridad y el Gobierno ha previsto un gran despliegue policial para evitar que los disturbios se reproduzcan en las manifestaciones previstas hoy.

El pulso contra el Gobierno se juega en gran medida en la demostración de fuerza de esta tarde en las calles, en vísperas de la votación de la reforma que prolonga la edad legal de la jubilación de los 60 a los 62 años.

El Senado, que tenía previsto votar mañana la ley, seguramente se verá obligado a alargar el debate 24 horas debido a la ingente cantidad de enmiendas presentadas por la oposición, una estrategia dilatoria utilizada ya durante el debate del proyecto en el Parlamento. Quedan más de 500 enmiendas por votar.

Los sindicatos tienen pues un poco más de margen para aumentar la presión, por lo que se prevé que los paros se prolonguen toda la semana. Hoy afectarán también a los aeropuertos. En el Charles de Gaulle se suspenderán el 30% de los vuelos y en el segundo aeropuerto de París, Orly, las anulaciones alcanzarán el 50% de las conexiones. Además, los sindicatos de la principal compañía francesa, Air France, anuncian una incorporación de sus empleados a la huelga.

LOS TRENES El tráfico ferroviario seguirá también muy afectado. Tanto en los trenes de cercanías como en los regionales y los de alta velocidad. Las conexiones con Alemania, Italia y España quedarán suspendidas, mientras que se mantendrán los trenes que conectan París con Londres. La mayoría de los sindicatos quieren que el Gobierno pare la reforma para negociar una nueva. Sin embargo, la división ha empezado a asomar el hocico entre las diferentes centrales. En este sentido, y animadas por el impulso generado de la protesta, algunas piden la retirada pura y dura del proyecto.