Tras más de una década de infructuosos intentos, Francia tiene por fin un comprador para su avión de combate de última generación, el Rafale. Brasil anunció ayer el inicio de negociaciones para la adquisición de 36 unidades de este caza polivalente, emblema de la industria militar francesa. Un contrato que el Elíseo cifra en 4.500 millones de euros y que supone un balón de oxígeno tanto para el orgullo como para la frágil economía francesa. Tres Rafale surcaron ayer el cielo de Brasilia durante la parada militar celebrada con motivo de la independencia de Brasil, presidida por el jefe de Estado, Luiz Inácio Lula da Silva, y su homólogo francés, Nicolás Sarkozy. Con la mirada puesta en la protección de la Amazonia y en las reservas de hidrocarburos encontradas en los últimos años en su costa, Lula ha decidido fortalecer las relaciones de cooperación militar con Francia.

Una alianza estratégica que ya se tradujo el pasado mes de diciembre en otro contrato militar: cinco submarinos franceses, uno de ellos de propulsión nuclear, que convertirá a Brasil en el primer país de Suramérica dotado de un navío de estas características. En lo que se refiere a los aviones de combate, la firma francesa Dassault Aviation ha derrotado a sus competidores directos con el compromiso de negociar la transferencia de tecnología. Brasil podrá ensamblar los Rafale que se construyan para otros países de Suramérica.

ESFUERZOS "Sabemos la cantidad de petróleo que tenemos y desarrollaremos el área de defensa para cuidar nuestro territorio", dijo Lula. Sarkozy no dudó en calificar de "histórico" el acuerdo. No era para menos. París se había estrellado hasta ahora en sus múltiples esfuerzos por vender el Rafale. Las negociaciones con Marruecos y con la India no fructificaron, y los intentos de Sarkozy de lograr que los países del golfo Pérsico adquieran el aparato siguen en interminables conversaciones.