De tal palo, tal astilla. Si Nicolas Sarkozy ya era alcalde a los 26 años, su hijo Jean está a punto de dirigir uno de los mayores centros de negocios de Europa con tan solo 23 años. La elección, el próximo mes de diciembre, del segundo hijo del presidente francés al frente del organismo público que gestiona la urbanización de La Defense (Epad) puede darse por hecha. A no ser que la oleada de críticas y la campaña impulsada por los alcaldes de la zona --en dos días han reunido cerca de 30.000 firmas en contra del nombramiento-- abra una brecha en la mayoría conservadora del Consejo General de Hauts-de-Seine, del que depende el cargo, o hagan mella en el jefe del Estado.

Sarkozy no es dado a ceder a las presiones. Mientras le llueven las acusaciones de "nepotismo", se mantiene impertérrito. "Esto parece el imperio romano", clama el centrista François Bayrou. "Se atreve a todo y todo el mundo se pliega porque lleva el nombre que lleva", se indigna la dirigente verde Cecile Duflot. Los socialistas hablan de "refuerzo de un principado gracias a maniobras de pasillo" y su excandidata a las presidenciales, Ségolène Royal, lo considera un ataque a los principios republicanos. "¿Qué es la República? Es el reconocimiento del puesto de cada cual en función de los méritos propios, no en función del nombre que uno lleva", afirma Royal, que no duda en juzgar la operación como un primer paso hacia la carrera presidencial.