El Katrina no solo pasará a la historia como uno de los huracanes más devastadores padecidos por EEUU. Además, cargará con el triste honor de haber generado un récord de picaresca en fraudes al Gobierno, ya que un elevado número de ciudadanos recibieron de forma inadecuada un total de 2.000 millones de dólares (1.589 millones de euros) en fondos de ayuda. "La audacia de los timos, la escala del despilfarro y lo llamativo del fraude cortan la respiración", confesó la senadora republicana Susan Collins, espantada ante los datos de la auditoría realizada por la Oficina Gubernamental de Cuentas.

FAMILIAS INVENTADAS Hubo quien se inventó una familia para poder pedir la ayuda del Gobierno. Así lo hizo Tina Winston, de Belleville (Illinois), que dijo haber perdido a sus dos hijas, cuando en realidad nunca existieron. Otros, como Andrew Rose y Loyd Holliman, optaron por el soborno. Ambos, empleados de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, en sus siglas en inglés), cobraron 20.000 dólares por inflar el número de comidas que una empresa servía a los damnificados del desastre.

Pese a ser onerosa, la picaresca popular se queda corta frente a la incompetencia de los burócratas del Gobierno, que decidieron invertir 7,9 millones de dólares (6,2 millones de euros) en renovar con todo lujo la base militar de Fort McClellan para albergar a los desplazados por el Katrina , para tener que cerrarla apenas un mes después de su inauguración por falta de asistencia.