Postes de electricidad que se pierden en el horizonte. Un paisaje yermo y plano. Ni una sombra en el desierto. Muchos camiones, la mayoría de transporte de petróleo, en la inacabable carretera. Un hospital vacío. Unos 200 kilómetros de frontera bajo un abrumador control militar. El lado jordano del paso fronterizo entre Jordania e Irak no es el lugar más bonito del mundo, pero posiblemente sí sea hoy en día una de las fronteras más impermeables del mundo.

"La situación es tranquila. No hemos recibido órdenes de organizar preparativos para refugiados. No hay más iraquís que abandonen el país. Todo es normal". Parapetado tras una solapa llena de condecoraciones, el comandante del paso de Al Karamah sonríe y encadena un no tras otro. Oyéndole, nadie diría que Jordania puede enfrentarse a lo que la ONU cree que será una grave crisis humanitaria si hay guerra.

No se puede echar un vistazo a la tierra de nadie . El tamaño de Al Karamah --con un aparcamiento para unos 500 camiones-- es información clasificada. No se puede decir cuántos coches de Irak pasan diariamente. El comandante cumple con la política del avestruz que ha decidido seguir Jordania ante la previsible crisis de refugiados, resentida porque el sacrificio que efectuó durante la guerra del Golfo con los desplazados no ha sido recompensado. Oficialmente, Jordania cerrará la frontera si hay guerra y no aceptará refugiados.