Fue una ocasión para dejar de lado las diferencias internas y demostrar al mundo la unión de la comunidad shií de Irak. Una colorista procesión fúnebre, con banderas verdes y negras de centenares de miles de fieles --algunas fuentes hablan de cerca de un millón-- tomó ayer las calles de Nayaf, la ciudad santa shií, para rendir un último tributo al ayatolá Mohamed Bakr al Hakim, líder espiritual de la Asamblea para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), asesinado junto a casi un centenar de personas el pasado viernes.

SEGURIDAD ASFIXIANTE

Las brigadas Badr, la milicia armada fiel al clérigo fallecido, y agentes de la policía local tomaron las calles de la ciudad en un asfixiante despliegue de seguridad. Ningún bolso, maleta o mochila penetró en la zona de las mezquitas de la ciudad santa sin ser registrado varias veces por agentes. No se permitió que ningún coche se quedara aparcado en la ruta que iba a seguir el cortejo. Tras el atentado junto al mausoleo del imán Alí, la ciudad santa no parece confiar en que los lugares sagrados o la providencia divina protejan del terrorismo a las multitudes de peregrinos.

Desde primera hora de la mañana, peregrinos llegados de todos los rincones del país y algunos procedentes del vecino Irán se congregaron para recibir al cortejo, que no apareció hasta bien entrada la mañana.

Abdelaziz al Hakim, miembro del Consejo de Gobierno provisional y hermano del clérigo fallecido, responsabilizó a las tropas extranjeras presentes en Nayaf de lo sucedido por su indiferencia en proteger los lugares santos shiís. "Las fuerzas de ocupación son las principales responsables de toda la sangre que se derrama cada día; Irak no debe permanecer ocupada para que así podamos construir Irak como Dios quiere que se haga".

Un pequeño descampado junto a la plaza de la Revolución de 1920, fecha en que los iraquís lograron expulsar a las tropas británicas, donde Al Hakim pretendía construir una mezquita, fue el lugar donde fue enterrado, junto a una quincena de sus guardaespaldas que también murieron.

El ambiente era de duelo y de irritación contra las fuerzas ocupantes, pero los llamamientos de paciencia realizados por los shiís moderados evitaron escenas de violencia.

"Quiero que se vayan las tropas ocupantes, Dios mediante, pero en un tiempo prudencial", dijo un estudiante de Teología, parafraseando la moderación de muchos dirigentes shiís. El entierro de ayer fue una nueva ocasión para que la comunidad shií, mayoritaria en el país, demostrara su capacidad para organizar grandes concentraciones.