Al menos 20.000 personas murieron y otras 50.000 resultaron heridas ayer, en el violento terremoto que sacudió de madrugada la ciudad de Bam (100.000 habitantes) y su región, en el sureste de Irán, según un último recuento provisional ofrecido por representantes gubernamentales. Pero esta cifra aún podría ser mayor, puesto que debajo de los escombros permanece un número de víctimas sin determinar, pero que podría ser de varios millares.

Ante la magnitud de la catástrofe, el presidente iraní, Mohamed Jatami, decretó tres días de duelo nacional y pidió ayuda a la comunidad internacional. Los medios oficiales y la televisión multiplicaron durante todo el día los llamamientos a la población para que done sangre.

INTENSIDAD 6,3 El seísmo, que alcanzó una magnitud de 6,3 en la escala de Richter, es el peor que ha sacudido Irán desde 1990, cuando hubo más de 35.000 víctimas. La ciudadela de Bam, patrimonio histórico iraní, fue destruida en un 90%.

Los equipos de rescate tenían ayer como prioridad buscar a los supervivientes que se encuentran bajo los escombros, pues en la región hace mucho frío. La pérdida de cientos de viviendas ha dejado sin hogar a miles de habitantes que están en la calle.

Los equipos de ayuda solicitaron el envío urgente de mantas y prendas de abrigo para proteger a los damnificados durante la noche, cuando se registran temperaturas bajo cero en esta época del año en la región, desértica y una de las más pobres e incomunicadas de Irán.

La agencia oficial iraní, Irna, informó de que ya han sido enterradas 2.000 víctimas del terremoto. Un periodista de France Presse vio cómo yacían en el suelo decenas de cuerpos retirados de entre las montañas de escombros. Alrededor, los supervivientes lloraban a sus muertos mientras maldecían su suerte y se quejaban por la lentitud con la que operaban los equipos de rescate, desbordados.

El terremoto sorprendió a los habitantes de Bam de madrugada, mientras dormían. Un 60% de las casas de la ciudad y de los pueblos aledaños resultaron completa o parcialmente destruidas por el seísmo. Las construcciones de la región suelen ser de adobe y, por tanto, poco resistentes a los terremotos.

CORTES DE AGUA Y LUZ El seísmo provocó el corte de los servicios de agua y electricidad, y la suspensión de la línea telefónica, lo que dificultó las operaciones de salvamento, que se desarrollaron en medio de la confusión. Grupos de vecinos se congregaron ante sus casas destruidas para organizar la búsqueda de familiares y supervivientes.

El terremoto destruyó los dos hospitales de Bam y murió todo el personal médico de ambos centros. La falta de instalaciones sanitarias obligó al traslado de los heridos a la capital regional, Kerman, a 200 kilómetros, para su hospitalización. El traslado se realizó en helicópteros y convoyes de ambulancias.

La comunidad internacional brindó su ayuda a las autoridades iranís. La ONU anunció un primer paquete de ayuda de 90.000 dólares (72.000 euros).