Los fuertes combates marcan el fin de la tregua humanitaria decretada por Rusia en Alepo, que ha durado apenas tres días y que no ha servido ni para paliar el sufrimiento de los civiles ni para evacuar de la ciudad a los enfermos y heridos. Dividida en dos partes, la segunda ciudad de Siria es una de las más castigadas por una guerra que dura ya hace cinco años y que se ha llevado la vida de al menos 300.000 personas.

Los barrios del este de la ciudad, bajo control de los rebeldes, han sido bombardeados con fuego de artillería y también con bombardeos aéreos. Los obuses, por su lado, han caído en las zonas que domina el Ejército del régimen del presidente Bashar al Asad, en el oeste de la ciudad. Las fuerzas de Damasco, apoyadas por Rusia, intentan desde el pasado mes de julio expulsar a los rebeldes del este de Alepo, en una ofensiva que se ha cobrado 500 muertos y más de 2.000 heridos, según la ONU.

ARMAS QUÍMICAS

El pasado viernes, el Consejo de Seguridad de la ONU, recibió un informe confidencial en el que se acusa al Ejército sirio de haber lanzado un nuevo ataque con armas químicas el 16 de marzo del 2015 en la localidad de Qmenas, dominada por los rebeldes. El ministro de Exteriores francés, Jean-Marc Ayrault, ha pedido al Consejo de Seguridad la adopción de una resolución de condena y la imposición de "sanciones" al régimen de Asad.