Una silenciosa extensión de calles vacías y locales cerrados, con los escaparates blindados con planchas de aglomerado, rodea en 10 kilómetros a la redonda a los siete líderes del G-7. La cumbre se celebra en una ciudad turística, Biarritz, que tiene sus playas vacías. El anuncio de movilizaciones en la corona de ciudades que la rodean, Bidart, Anglet y Bayona, dejaron sus calles sin gente, con un aspecto inédito y fantasmal.

Por sus arterias circulaban solo vehículos policiales, de un dispositivo que exhibe en cada rotonda furgones y gendarmes ataviados con negras armaduras de fibra. Solo Bayona mostraba alguna vida al comienzo de la tarde, con uno de cada diez bares abiertos, en los que pequeños grupos de ecologistas y aberzales se arremolinaban a la espera de alguna consigna que los activase. Entre ellos, tres o cuatro hombres y mujeres atléticos, con gafas oscuras y ropa civil, paseaban en silencio, sin hablar entre ellos, disimulando mal su condición de policías secretos.

Fue una concentración convocada de grupo en grupo y de viva voz, pues estos días los activistas más radicales evitan las redes sociales. Ninguna muchedumbre.Como explica Driss Alomare, un «ecologista independiente y migrante africano» que suele colocarse en las avanzadillas de los Chalecos Amarillos locales, «es difícil llegar hasta aquí. Todas las estaciones de tren desde aquí hasta las Landas y hasta España están tomadas por la Policía».

Según se iban concentrando grupos de opositores -muchos de ellos venidos de Guipúzcoa y hablando en euskera y castellano por las callejuelas de la Petit Bayone- un enjambre de gendarmes hicieron suyos los puentes del Adour, que cruza la Bayona medieval. Los policías traían camiones portamuros, que desdoblaban unas vallas infranqueables de alambre y vinilo.

Por la mañana, en silenciosa tensión, 2.000 manifestantes marcharon por la ciudad para exhibir ante los medios numerosos retratos oficiales de Macron, «requisados» por activistas de izquierda en salones consistoriales de toda Francia. Fue muy pacífico. Un objetivo de no identificación con la violencia ha marcado la contracumbre, convencidos en las plataformas de que las algaradas alimentan a la televisión «capitalista» y promueven la desmovilización.

Ambas plataformas renunciaron a formar un círculo de concentraciones en la periferia de Biarritz. Cuando lo decidieron, ya se contaban 78 detenciones e identificaciones policiales entre los activistas, teniendo en cuenta a 17 detenidos la noche del viernes. Según explicó Alternatives G7 en un comunicado, desistían ante un «sistema de seguridad extremo y totalmente desproporcionado». O sea, los 13.000 gendarmes que «secuestran la costa vasca», dicen pintadas en las planchas de aglomerado, disolvieron de facto las manifestaciones antes de que se produjesen.